Encarcelado en el instante de mi memoria, solo puedo acercarte en mis pensamiento, luchando con el inevitable destino, te alejaste convicto del camino para no volver a ser parte de nuestra historia. Frente a la muerte respiraste valor, sin abandonar nunca tu sonrisa de vida eterna, mientras en la fragilidad de tu mundo padecías la injusticia de un futuro plagado de imposibles.
Con la luz que reflejaba tu alegría contagiosa de vivir, iluminabas la transparencia infinita de tu mirada intacta; pero en el parpadeo cansado de tus pupilas guardabas en silencio tu tristeza.
Diste todo por disfrutar y llegaste al final del camino con todas las fichas apostadas y puedo sentir que tu paz llego por fin a ese rió de avasallante dolor que corría sin piedad por tus venas, dolor que robaba libertad a tus días, calvario que llevaste con la fortaleza que escondías en tu interior, la misma fuerza que emergía de tus sueños, con la que sostuviste en tus manos el peso de un universo enfermo. Tal vez sea egoísmo, pero yo ya no volveré a verte y un misterioso indicio de lugar me somete a no tenerte, voy a necesitarte por el resto de mis días, y aun que llore hasta secarme nadie va a devolverme el calor que irradiaban tus abrazos, confío en que pudiste abandonar la oscuridad de tu infierno para sumergirte en un mar de sol que ciegue de armonía el cansancio de tus ojos.
Imágenes han quedado retratadas, como golpes de nostalgia en perpetuos recuerdos; espacios que se acomodan en mis días para amparar una pena que carece de presencia en tiempo y tacto.
Hoy solo nos separa la oportunidad de los días y aun que una parte tuya sigue viva en mi latiendo los hechos compartidos; algo termino en nuestra vida y la incertidumbre y la impotencia de tu realidad, dejan vestigios de oscuridad que transitan el vacío que dejo tu ausencia sobre el camino desolado.
Estas en el aire que respiro y que me rodea, en lo que disfruto y en lo que duelo, en mis pensamientos y en mi realidad, en la eternidad de mis recuerdos; inmortal presencia invisible...Ariel!.