Los mullidos y cálidos muros
de este tunel, cueva misericordiosa
de vida exultante y muerte estrellada
han reverdecido
con un musgo húmedo y pegajoso
en la espera.

Lo percibo y lo soporto
sin llegar a aceptarlo
como puede la vida
siempre prepararse para la alegría
en plena carretera encementada.

Tejo y destejo entonces
mis pensamientos
cual Penélope sin libreta
una parte de mi
espera
porque no sabe hacer otra cosa

Otra parte incendia los caminos,
las casas, las bodegas
de tu regreso
porque no quiere creer
solo experimentarte a secas.

Ni siquiera tengo fuerzas para despedirme
cortar lazos
la espera se instala como algo inevitable
que se diluye con el tiempo.

El olvido germina
como una promesa de brotes
de aires frescos
de olorosa liberación
pero la humedad mullida me traiciona
me estaciona
como un auto viejo al costado de la calle
y me herrumbro.

No vengas Ulises
no digas nada
deja por esta vez
de acortar distancias.

Acepta que explore mi espera
y lo que sale de ella
quiero internarme sola en esta cueva blanda y descubrir por que sudan sus paredes.

Los palillos se caen al suelo.