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EL ROSAL Y EL JARDINERO



Existió… pero cuando?... en un lugar que no era tan lejano, ya mi memoria como la de todos los hombres es escasa al pasar el tiempo, pero contare lo que recuerdo.

En un jardín como los hay tantos, lleno de rosas, cardos, pompones y demás flores esplendorosas, en el centro del mismo un rosal pequeño y contra echo no ofrecía sus rosas, casi siempre estaba un poco seco con escasas hojas y de mal aspecto; una tarde como cualquier otra en la que el jardín bullía de alegría, menos el rosal que nos ocupa, llego un nuevo jardinero, que viendo al rosal del centro del jardín se conmovió un poco, sólo un poco y por primera vez en el tiempo que en vida llevaba allí el rosal contrahecho sintió el calor de una mano amorosa, que le acariciaba, le cuidaba, le hacia sentirse bien… que extraños sentimientos… en un esfuerzo por devolver al jardinero el favor de aquel gesto tan sincero… el rosal intento dar una rosa… y lo logro; era la más extraña rosa que se haya visto…no era tan grande, pero no era muy pequeña… no tenia muchos pétalos… pero tampoco eran escasos, no era muy hermosa… pero tampoco tan fea, ah! Y que extraño su color, por que no era como el color de las otras rosas. El jardinero en principio se enorgulleció y sintiese pletórico de alegría por aquella rosa, sin embargo como suele suceder en estos casos, su orgullo y sentimiento se perdieron cuando el jardín floreció en pleno… olvido la pequeña rosa.

Acabo la primavera y el otoño hizo su presencia, caían pétalos y hojas, el jardín como a cualquier otro en otoño le sucede, se lleno de cobrizos colores, preparándose para el invierno… menos el pequeño rosal… que todavía blandía aquella extraña rosa. Después del otoño el duro invierno y el rosal testarudo seguía ofreciendo su extraño afecto; que ahora se notaba en medio del nevado color invernal, el jardinero entonces recordó su rosal y se regocijo su corazón –que buen jardinero soy! – con admiración decía para si mismo.

Otros notaron la presencia de esta extraña rosa que no moría en otoño, que resaltaba y resplandecía en invierno y soportaba el abrasador calor de verano, pero en primavera… aquella rosa aunque presente… no existía, pues su jardinero, aquel para el cual ofreció su mejor afecto… estaba demasiado ocupado con las flores hermosas de temporada… -que buen jardinero es- se decían.

Nadie nunca pregunto por que la extraña rosa permanecía, a nadie le intereso por que soportaba tan estoicamente los rudos avatares de la naturaleza y como todo en este mundo, también se marchito la rosa… pero sólo cuando murió su jardinero.

Juan Arley Hincapie Cofles.

Texto agregado el 30-09-2005, y leído por 413 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
30-09-2005 Mis ***** Pili_
 
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