La bruja Mariani o De porqué a veces las historias no son como uno piensa
Una reflexión ante la incapacidad de escribir lo que está en mi cabeza
Para Malomo, con cariño
Veamos, ayer por la tarde pensaba que la Bruja Mariani ya tenía todo lo necesario: tenía voz (un acento uruguayo), color de ojos (negros), color de cabello (café oscuro), vestimenta (una túnica con lentejuelas y plumas), accesorios (anillo de jade, argollas largas)... Tenía todo y estaba lista para escribir sobre ella.
Y nada.
La bruja Mariani, que sería incapaz de poderme leer el destino y me terminaría dando consejos de Confucio, se negaba a ser personaje. Yo me peleé con el teclado varias veces. Varias muchas veces. Digamos que escribía y desescribía (qué suerte para los árboles que lo hice en la computadora)... y nada. Se lo atribuí a mi racha extraña, ando entre lo cursi y lo salvaje y la pobre Bruja no era ni lo uno, ni lo otro.
Bien, pero en mi cabeza la Bruja Mariani sonaba tan, tan bien... Entonces me dí cuenta: Sonaba. Momentito... Estoy oyendo voces... esto es mi esquizofrenia. La bruja Mariani me dijo que quizás no era mi racha, era mi estrés.
"Por supuesto", pensé (ya yo dialogando con la tipa, pero no me atrevía a aceptarlo). Me fui al baño como quien quiere verse la cara para ver sí es cierto:
-Tres granos
-No depilación de cejas
-Más canas (ay dios...)
-Ojos más chinitos de lo acostumbrado
La bruja tenía razón. Es mi stress. Me he tomado un tranquilizante y la bruja Mariani me está enseñando a hacer bizcochos. "Cuestión de relajación", dice. "Luego, hablamos del futuro y del tarot, que los presentes absurdos son prioridad". Toca la guitarra y cantamos un par de Sabina. La bruja Mariani podrá no ser personaje, pero sí es muy buena compañera.
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