Miro hacia atrás y no veo la cara que ayer me veia, ha cambiado.
Éxitos, muerte, sufrimiento, riquezas, felicidad.
Una joven luciendo un llamativo labial color carmesí en sus carnosos labios se acerca a la entrepierna de un hombre de traje, quien mientras habla por su celular se toma la amabilidad de bajarse el cierre del pantalón, el hombre luce alegre mientras juega con su lapicera “Parker” hecha de oro y le tira tinta en la cara a su secretaria.
No lo puedo creer, la realidad se ha vuelto contra mi, ¡Basta, basta!
Mi cabeza esta dolorida, los picotazos de ese maldito cuervo azotándome día a día, momento a momento, hostigando su ser contra cada parte de mi esencia, mis ojos colorados por las miradas preocupantes de los ciudadanos del mundo ya no resistirán otra alteración de esta calaña, mis manos se agarran de donde puedan. ¿Pero que digo? Si tan solo filtra aire en cada intento de salvación, en cada intento de resguardo.
El momento de creer en algo que me devuelva a la realidad ha llegado.
Debo dejar de creer en mí, debo dejar de creer en la realidad, debo comenzar a creer en lo que no es, debo hacer de cuenta que esto no existe y que lo que existe es realmente lo incierto, aun así cayendo en la profundidad de la paradoja existencial. Intentare imaginar, y me propondré en un altar en el que los aromas del jazmín iluminen mi entorno, tiñan las rosas de violeta y el niño índigo que alguna vez fui reaparezca.
Susana corre hacia un lugar cuyo fin son las balas y los hombres, instantáneamente se encuentra tirada en el suelo, un rió rojo decora su dulce aura infantil, en su cara baila una línea de lado a lado con forma de labios. Creo haber visto esta cara antes, pero no me resulta familiar. ¿Es esto real?
¿Por que me haces esto? ¿Es esto lo que merezco acaso?
¿Que es esto que me quieres mostrar? No, no, por favor no me obligues, no quiero mas.
Una y otra vez el brazo baja, invadiendo cada espacio de brana interina en la materia, impidiendo cualquier posibilidad de escape, sosteniendo él un metal retráctil alargado, el cual esta combina esencias con un hombre mayor, flaco, pálido y sin fuerzas. Este alargue toma contacto en cada parte del cuerpo del viejito, y en el deja su marca, el hombre ya no responde de pie, ahora se encuentra en el suelo, temblando, babeado, se ha rendido, no ha soportado la agresividad de su realidad, calculo.
¿Todo cambia? ¿No era todo permanente acaso?
Estuviste engañándome todo este tiempo, estuviste oculto y no te quisiste presentar, me hiciste dudar y sentir que yo era el único, pero ahora vienes aquí y te presentas como si nada importara de lo que ya he construido, me muestras a ese pobre hombre, sugiriendo la posibilidad de mi futuro que mas prefieres.
¡Oh! ¿Pero que es esta maravilla ante mis ojos?
Siento haberla palpado alguna vez, se siente suave, se la ve blanca, pero ¡Que feo huele! ¡Auxilio!
¿Como que no?
¿Que es este manto de oscuridad? ¡Ay, quema, quema! Injusta verdad. ¡Te has equivocado maldito, yo no merezco estar aquí, ni debo sentir tu impotencia!
Devuélveme mi cuerpo, devuelve lo que alguna vez hubo de pertenecerme.
Mis ojos ya no agreden como lo hacían antes, mi corazón ya no puja como lo hacía, mis manos ya no tienen la misma gracia que antes tenían, mi rostro opaco ya sin fuerza se ha quedado.
¡Espero que este sea el último!
Este joven se ve demasiado agotado, se le ven muchos libros alrededor, parece como si hubiera habido una guerra aquí. El aire no corre, respira. Todo indica que los libros le han hecho algún tipo de daño.
- ¿Se encuentra bien acaso joven?
- Ja, estúpido, caíste en la trampa, aquí tienes.
¿Me he vuelto acaso loco?
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