Luis salió del edificio. Estaba asqueado, ese día había trabajado 11 horas sin descanso por culpa de su jefe, que le ordenó quedarse para acabar unas gestiones de la empresa que le encomendaba a él para no pagar a un asesor. ?Tacaño? pensó. Se había pasado casi medio día en esa maldita oficina para que encima los méritos se los llevara su jefe.
A Luis no es que le gustara hacerse el héroe pero nunca venía mal una palmadita en la espalda, un ?bien hecho? y esas cosas. Había tenido que apagar el móvil para dejar de escuchar el sonido de llamada. ?Tu mujer, como no? había dicho su jefe horas antes con una expresión de pena hacia la mujer. Luis se había girado y mostrando los dientes como un perro rabioso siguió con su faena lo más rápido que pudo.
Pero ya estaba fuera, con el móvil apagado, un profundo y concentrado odio hacia su jefe y con sudor en las sienes. Hacía un calor tremendo esos días. Además era extraña una ola de calor en medio del invierno.
Decidió quedarse en algún bar a tomar una cerveza para refrescarse. No le importaba llegar más tarde, tenía la excusa de su jefe pero sabía que tendría que vérselas con su mujer igualmente. Entró en un bar a dos manzanas del edificio de oficinas. Nunca había entrado allí: era bastante pequeño, un bar de barrio, algo oscuro pero no del todo mal.
Se sentó y pidió una cerveza. Mientras el camarero se la servía observó el panorama: tres borrachuzos tirados encima de la barra suplicando otra copa, un hombre mayor leyendo un periódico y a su lado un chico de mediana edad que estaba mirando la tele. Era el típico bar que se llenaba los domingos de fútbol. Agradeció a quien sea que no fuese domingo.
Siguió observando. Al fondo vio la puerta de los servicios. A la derecha de ésta había una vieja máquina tocadiscos. No había visto nunca una máquina excepto en las películas y se sorprendió al ver que realmente existían. Detrás de la barra estaba el camarero que le había servido su cerveza. Tomó un trago, no estaba muy fría. Detrás de él vio un par de bufandas de equipos que reforzaron su teoría de que era un bar futbolero. Un metro más arriba divisó un reloj. Eran las once y cuarto. Bastante tarde.
Siguió bebiendo mientras miraba. Se acabó la cerveza. Decidió pedir otra.
- Jefe, póngame otra.
- ¿Tienes dinero para pagarlas, verdad? ? preguntó él.
- Sí, tranquilo ? replicó.
Al medio minuto otra cerveza se erguía ante él, dorada, espumosa y fresquita. Se la bebió de dos tragos y pidió otra.
La noche se alargó, no sabía cuantas cervezas llevaba pero volvió a pedir otra.
- Estás demasiado borracho ? dijo el camarero.
- ¡Tu que sabes!
En ese momento disimulo una pequeña pérdida de equilibrio. El camarero sonrió, había acertado.
El bar estaba ya casi vació comparado con cuando llegó. Solo quedaban el camarero, un borracho dormido en la barra y él.
- ¡Eh tu! ? llamó al camarero- Ven aquí.
- No te serviré más bebida.
- ¡No quiero más bebida! ¿Sabes una cosa? ? preguntó mientras soltaba una risotada. Estaba muy borracho.
- ¿Qué?
- Mi jefe es un hijo de puta. ¿Te lo puedes creer? Jajajajajajaja ¡hic! Sí, un hijo de puta. Lo debieron parir mal.
- Vete a casa, tu mujer te estará esperando.
- ¿Mujer? ? preguntó confuso - ¡Ah! Mi mujer. ? volvió a reírse descaradamente- Esa zorra. Piensa que no sé que me pone los cuernos. Será... ? estuvo a punto de volver a perder el equilibrio, se agarró a la barra.
El camarero, un poco preocupado, lo agarró.
- Deberías irte te guste tu mujer o no.
- ¡No me digas lo que tengo que hacer! Soy mayorcito para hacer lo que quiera. ¿Sabes? Mi vida no me gusta ? cambió de tema como si ya no se acordara que antes había estado hablando -. ¿Y sabes por qué? Porque estoy casado con una mujer que me pone los cuernos, tengo un trabajo que no me gusta y que me explota y... ? sonrió ? ¡no hago nada para remediarlo!
Acto seguido se echó a reír dejándose caer sobre la barra y dando golpes a ésta con la mano. El otro borracho se despertó de golpe, miró como preguntándose dónde estaba y luego miró hacia Luis, extrañado.
- Llevo 3 años pensando lo mismo ? continuó Luis - y no he movido un jodido dedo. ¡Qué hijo de puta soy! ? volvió a reír descontroladamente - A veces me dan ganas de mandarlo todo a la mierda. ? dijo entre carcajadas.
El camarero llamó al otro borracho.
- ¿Yo? ? dijo al verse señalado.
- Sí, tú, ayúdame a sacarlo de aquí, se ha vuelto loco.
- No, no, puedo ir sólo ? dijo Luis mientras se levantaba.
- ¡Qué dices! ¡Estás demasiado borracho!
- ¡Déjame en paz!
Caminó por el bar como desorientado y luego se paró. Estuvo allí parado, tan solo respirando mientras que se le pasaba el mareo de dar vueltas. Cuando abrió los ojos la vio. Era la máquina tocadiscos, se acercó a ella.
- ¡Tres euros! Me cago en... ? sacó la cartera.
- ¡Eh! ¿Qué vas a hacer?
- Es mi dinero y hago con él lo que me da la gana ? replicó con una cara de odio y una voz ebria.
Miró la lista, no veía nada, se acercó más. Estuvo unos segundos así hasta que de pronto se levantó con una sonrisa en la boca y los ojos medio cerrados.
- ¡Ésta!
Metió los tres euros y lentamente movió los dedos par marcar el número. El tocadiscos se movió, cogió uno de los discos y lo puso donde estaba la aguja. Empezó a sonar una melodía. Entró una voz un poco grave aunque conocida.
[i And now the end is near, and so i face the final curtain [/i
- Me encanta esta canción.
Luis se despegó de la máquina tocadiscos, cerró los ojos, esbozó una sonrisa de placer y empezó a moverse lentamente mientras tarareaba. Sus pies recorrían todo el bar lentamente mientras la melodía ponía el ritmo.
A mitad de canción Luis empezó a cantar con su voz desafinada y ebria. Apenas pronunciaba palabras.
- Yes, ther wer taims ? se tambaleaba mientras gritaba ? aim sur yu nu mor dan ai culd shu...
Ante ésta escena el camarero empezó a reírse, el borracho de la barra lo estaba mirando con una sonrisa en la boca, parecían disfrutar con ello.
- ?ai did it maaaaaai weeeei?? alargó la letra más que la canción y perdió el compás, se calló.
La música seguía, él había perdido el hilo pero seguía tarareando y baliando a su manera, como la canción. Se apoyó en la barra y también comenzó a reírse. Luego empujó a ésta para alejarse y volvió a moverse mientras cantaba:
- ...and mei ai sai, not ina shai wei, o no no noooo ? disimuló su fallo alargando el no y enlazó en ? ai did it maaaaaaaaaaayy weeeeiii...
Volvió a tambalearse, andaba con los ojos cerrados. Su cara de satisfacción lo decía todo, se sentía un artista en su actuación, ante un camarero y un borracho que no conocía de nada estaba pasando uno de sus mejores momentos, todo por unas cervezas de más y un clásico de la música. Abrió los ojos, miró fijamente al camarero y dijo:
- ¡¡yes it guas maaaaaaay weeeeeeiii!!
Y se dejó caer como si sus pies no aguantaran más su peso. Cayó sobre el suelo y éste crujió debajo de él. El camarero y el borracho se acercaron alarmados. Estaba inconsciente. Llamaron a una ambulancia. Pero Luis no parecía preocupado, allí tirado, como dormido, por una vez tranquilo ese día, sonriendo, a su manera.
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