Lo odio
es mi sangre
pero lo odio
cuando esboza
esa sonrisa que no es
sonrisa sino
el rictus del chacal.
Lo odio
cuando grita
sobre el silencio
cuando es grosero
y cuando trata
de ser amable.
Es en esencia
un ser primario,
resentido,
adicto a las
liviandades,
a la intrascendencia
lo odio con todo
mi ser
cuando
hace alarde de su
fuerxa
cuando miente
y cuando no miente,
cuando sonríe
y cuando bosteza
Lo odio y
me repelo
por no haber
disparado al aire
cuando, fogoso,
jugaba
a ser feliz…
Texto agregado el 29-09-2005, y leído por 117
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