Te amarro a mí
Pasa tu mano por mi espalda
y que tus dedos presionen suavemente.
Apoya tu cabeza sobre mi hombro,
así,
como el sol poniente.
Mientras te aspiro,
no abandones mi cintura,
une tus pechos
al mío,
así,
presiona,
que no sea tu tacto indiferente.
Mientras,
mi boca,
embriagada del perfume de tu piel,
irá sedienta a la base de tu cuello,
abrevará,
libará néctar y seda.
Te amarro a mí,
de tu cintura
y mi mano,
incrédula,
te labra
con arado ávido.
Las piernas ceden.
Funden su aliento las bocas
y sus salivas,
tibio vino dulce,
turban, mojan,
enardecen.
Se hace fiesta la vida
el júbilo se aposenta
y, al galope,
corcel de fuego,
nos quema
por todas nuestras vertientes.
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