Imagino adolescentes devastados por una fauna impasible de burros ceremoniales llenos de jaivas sofistas metidos en papa, propagadoras de la sífilis de hace 2000 años, propugnada por un hechicero celoso de Cristo y de su compasión matriarcal.

Pienso- Hago la invertida-Hago Yoga, que una revista no significa que debo orinar sentado, o en la tina, sino dentro de una botella de buen tinto, ojalá Cabernet.

Extraigo cuentas bancarias de un huevón no vigente, ni circulante en el redbanc mayeútico de una caja de desodorante hervida y puesta a secar al sol.

Veo películas de Karate mapuche y lamento no tener el último disco de Don Francisco, más tecno y más progresivo, donde renuncia a su materialismo y se convierte en un apóstol de los neurópatas que ayudó a criar.

Hago agujeros en camarines para cuartear a mis mejores amigas y luego soñar con sus cuerpos en mi mente y sus manos en mi computador.

Me han leído las cartas del tarot, y aunque sí fui Alejandro Magno no fui Napoleón.