Indignante realidad, ensangrentada y herida dispara traicion a los cuerpos. La tranquilidad destila tristeza en nuestras calles.
Criaturitas de cristal, excluidos de la vida, presos del hambre, marginados de su oportunidad y de pertenecida ilusion infante. Niños desangelados y desprotejidos. Esos pequeños ojos ven con resignacion e ingenuidad escapar su impropio futuro, joven y tierna mirada que evidencia en sus pupilas de desesperanza el paso del dolor.
Pierden mas de lo que buscan. Su alrededor es solo ese, esclavizados por la raiz de su pasado, entre los muros que rodean el abismo, miran el paisaje gris de un cielo sordo e indiferente que nunca escucha sus ruegos, esperando siempre que un nuevo sol ilumine la historia.
La pobreza milita en la integridad del tiempo y trabaja aniquilando proyectos y destruyendo deseos y voluntades. La miseria expone ingratitud ante los convidados a la indignidad. Sus arrugas delinean un rostro abatido por una vejez que maltrata mas de la cuenta y que es inexistente al paso del tiempo; los años se aplastan sobre sus espaldas y se multiplica la amargura que se estanca entre sus dias; las palmas de sus manos forman piedras de aspero esfuerzo.
El mundo espian a traves de ventanales de hermetismo que siguen cerrandose ante la minima posibilidad de escape, la dignidad desaparece de sus dias desde el principio, el camino suele presentarse intransitable.
A pesar de todo nace de ellos, una valentia de superioridad, un impulso de fuerza los recoge para trabajar sobre el hambre de sus hijos.
Despertemos con lucidez para nunca acostumbrarnos.
SOBRE TODAS LAS COSAS ME PREGUNTO POR QUE Y QUE ES LO QUE PUEDE TENER MAS VALOR QUE ENCONTRAR LA SONRISA PERDIDA DE UN NIÑO.

Agustina