Verle venir es saber
que en melodioso devenir
se va alejando y es sentir
que también cercano ha de venir

el momento de mentir

reprimiendo ese temblor
((delatado en el rubor))
de acallar esa emoción
que le embarga al ver venir

aquel naranjo en flor.

Es poema y es canción,
el punto de ebullición
que, hirviente, entremezcla
locura, ¿inspiración?

secreta devoción
a un paso de estallar
y es que ese abismo de mar
les separa en tal fracción:

bodoque y rockstar.