Desordenadas las ideas,
extraviado el foco
el rumbo no es claro.
Pretencioso intento
el de eludir la caída:
el golpe,
solo resultó más fuerte:
larga agonía
que acumuló su peso
y descansó sobre mis hombros.
Insistía,
en mantenerme ciego a los mensajes
el destino se encargaba de escribirlos
se tatuaban,
en la frente de aquellos,
que por mi lado pasaban.
La ilusión se disfrazó de conveniencia
y me dejé engañar.
Complejo se hace descubrir
entre los trozos de un mapa roto,
el camino.
Extravié la ruta que creí memorizada,
era tarde para retomar la ayuda,
después de creer que los atajos
eran opción para llegar a destino.
Por un instante,
la creencia de volver a avanzar
gobernaba la existencia.
Entre dudas,
volvieron a aparecer los temores
que desde lejos me observaban
con sus ojos amarillos.
Las sombras,
eficientes en su tarea
de crear espejismos oscuros.
Solo un instante,
habían aguardado,
siempre existieron,
se alimentaron de nostalgias
y los sueños
que había creído componer después de rotos.
Incapaz de mantenerlos,
otra vez se destruyeron.
Desaparecen las ganas de elevarse,
pondré el botón de pausa.
Los errores siempre pasan la cuenta,
y no preguntan por el tiempo.
Retrocedo al punto de partida
pero no hay un reset.
Insisto en no aprender,
extraviado en los pasadizos
de un mundo que no comprendo
aun no encuentro la salida.
La puerta,
a la siguiente etapa
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