Abuelo de mi abuelo,
Abuelo que no conocí
Dijome a mi, mi abuelo
La historia que digo aquí.
La triste y dulce historia
De su abuelo y de su amor
Dónde se canta su vida
Su mujer y su pasión.
“cierto mi buen nieto
cierto que así sucedió
como que lloran los campos
por la noche de dolor
en que mi abuelo, querido
este nuestro mundo dejó”.
“Era él un joven, galante,
Apuesto y adinerado.
Eran los fines del siglo,
un país, agreste y acabado.
Mi abuelo bien heredó
casi un pueblo, heredando
casas, hacienda y terrenos,
dos cuartas del poblado.
Almaden, era su nombre,
Pueblo grande y rodeado,
por las minas de cinabrio,
De nuestro mercurio santo.
Luce este pueblo, de minero,
pequeño, orgulloso y ancho.
Y otras glorias del pueblo,
como la fuente del campo,
la plaza de toros, donde
Había moros toreando,
Moros de forja y novillo
Moros de forja y antaño,
¡Con que gracia la crearon!,
digo yo, ¡con que encanto!
Vive dios, que es hermosa,
Y aún digo mas y no engaño,
Este magno monumento,
plaza de toros bravos,
Con forma de seis puntas,
bella forma de un hexágono,
este pueblo grato pueblo,
Es mi pueblo del cinabrio.”
“Disculpa mi buen nieto
hoy me he emocionado,
al recuerdo, me acechan,
recuerdos, buenos y gratos.
Ahora que bien recuerdo
Prosigo con mi relato.”
Dicho ya lo dicho,
Dicho ya el prefacio,
Da comienzo mi relato
“Fue de viaje por negocios
a la Barcelona encantada,
allí con el trueque, pesetas,
se veían mas que enjauladas.
Él, hecho todo un hombre,
Urgía ya ir a desposadas
Suerte, desgracia, o sino,
eran años de riña con entrañas,
Un duro era mas que bello
Que un galán sin tener nada.
Pues así la situación, ungido
en dinero, mas requerido,
por las damas de buen talante
ese, mi abuelo, nieto mío
¡mas que de pueblo había sido!,
ducho en habla y consabido.
mas, eso sí, bien educado.
“Una mujer conoció,
Una bella catalana,
De la que se enamoró
Vehemente. Pues de todo
Negocio se olvidó,
La cubrió de regalos,
A regalos, a ella compró.
Pronto fueron a casaderas
Una fortuna costó
Fue gran fastuosa boda
Un gran dinero gastó.
Solo él sin saber sabía,
Que aquello no era amor,
Simple y llanamente ella era,
una mujer de ambición.
Y con el tiempo llegaron
los hijos, la bendición
el dinero iba agotando
en toda su ostentación
Ella era Amable y muy dulce,
catalana de corazón
mas solo veía el dinero,
solo dinero y ambición.
Él vivía por ella, sentía
Una Plena adoración.
Él, perdió la cuantía
Que su padre le dejó,
Y vendió sus casas,
Terreno y explotación.
Por darle a ella todo, todo
Cuanto pedía sin corazón.”
“Él solo tenía otra pasión
Que era su plaza de toros
Donde vivía emoción,
Vive Alegre, y gallardía
A veces miedo y terror,
Pero la pérfida niña,
Que por esposa tomó,
Le hizo a él prometer,
si a ella quería, y de corazón
Fuese la unión, debía
ella tener su posesión.
Él, que no dudó un instante
A ella se la entregó.
A la mañana siguiente
Solo, muy solo se despertó,
No le quedaba ni un real,
Ella no estaba, ella voló.”
“Cuando se acercó a la plaza
Vio que la cuidaba otro señor.
Al preguntarle al buen hombre,
Este, contento respondió:”
“- Ella se fue, y la plaza...”
“- La plaza, se la regalo yo.”
“Así fue mi buen nieto
tu familia por amor,
o locura, o devoción,
todo dejó atrás, más
cinco soles nos dejó:
de ellos provengo yo”
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