- Me dijo una vez, abuela
Una historia verdadera,
con encanto y con dulzor
De la mujer y su caja,
de su caja y su dinero,
de su dinero y su valor.
Que creo debió suceder,
A la arrendadora, y a vos
En aquellos tristes años
de censura y opresión...
- Ahora que voy recordando
aquellos años, últimos
días de Franco y encanto...
Puestos, venga a recordar
Ahora yo voy a narrarlo
- Con toda sinceridad
Y toda mi luenga emoción
Vida tiene moraleja,
Moraleja te doy yo.
Que de no ser por mi fe,
Grandísima fe en Dios.
Yo no hubiere conseguido
La bondad de Corazón.
Era una mañana fría
Como el hielo en el balcón.
Aquel día tenía visita,
La arrendadora y su cajón.
Una caja de media vara,
De hojalata su portón.
Un gracioso tintineo,
Se movía en su interior.
Me saludó respetuosa,
Respetuosa saludé yo:
- ¿Buenas tiene usted el pago?
- El pago lo tengo yo,
aquí tiene lo acordado,
lo acordado pago yo.
Y corrió ella la tranca
La tranca despacio abrió
El dinero de el arrendo
Ella celosa guardó
Al cerrar chirrió la tranca
Bien el dinero guardó,
Mas un deleite tenía
Una pregunta soltó:
- ¿Cómo usted vive alegre
Cantando y bailando al son?
Tiene seis buenos mozos,
Pero mozos al cabo son.
Su marido, un buen médico
Gana un gran pellizcón,
Disculpe mi atrevimiento,
Disculpe mi indiscreción.
Yo a dormir, yo no puedo
Sin dinero en mi cajón.
¿Como puede, buena señora,
Maestra de profesión,
Vivir solo con un sueldo
Vivir con tanto chillón?
-¿Y como puede vivir
sin lujo, ni ostentación,
yo a mi, yo me recuerdo
no duermo sin mi cajón?
- Buena pregunta me ha hecho,
no importa la indiscreción.
Cierto es que los mozos,
al cabo, siempre mozos son
pero hoy aquí están jugando
y no se oye un chillón.
Tenerlos bien educados,
Fue mi total devoción,
Ahora recibo con creces,
Mi total dedicación.
Un gran sueldo, mi marido
gana un gran pellizcón,
mas de cuidar a seis hijos
no nos queda ni un doblón,
Y joyas las he tenido
pero no he hecho ostentación,
más nunca he querido,
tener bien, joya o valor
que no me haya merecido,
con la sangre o mi sudor.
Igual digo, mi marido
Nunca querido ni un doblón.
Y ahora le contesto señora,
cual es mi mayor devoción:
por mi alhaja llevo mi fe,
por mi Dios que es mi pasión.
A usted este refrán le he de decir,
que mal hace, señora de no oír:
Guarda tu dinero en un cajón,
Que al otro mundo, ni un doblón.