Cuando despiertes en la madrugada
por el ruido de tus sueños,
no cierres de nuevo tus ojos, ni busques conciliar tu mundo.
Sólo calla y atiende…
Alguien te está observando…

Abre tus hojas con indiferencia
mientras me invocas
y ve hacia la ventana.
Presta atención al cielo,
verás cómo las almas salen de sus tumbas
después de la media noche.

Los muertos también hablan sobre muertos,
y salen a buscar más muertos,
esos que se esconden tras las sábanas,
a esos que los despiertan sus sueños.

Mira sobre tu almohada y al otro lado de tu cama,
también a ti te rondan las penas.
Están esperando a que caigas en la fatiga,
y que te duermas en el recuerdo de la humedad que te dejó nacer.

Te advierto, no confíes en sus labios,
sólo quieren tu alma.
Han venido para tirarte en abismal silencio,
en obeliscos de miedo…

Mientras duermes, mientras duermes…

Pero si aún palpitas mañana,
cuando el sol te abrace con sus sollozos
por el sueño y las voces que no fueron tuyas,
no pronuncies mi nombre,
ni mi voz.

Antes bien, cómete al insomne cielo
y penetra en su eterno gargajo de sol:
tal vez una nube te parezca conocida.
Quizá sea un pedazo de ti que se perdió mientras dormías…
Quizá soy yo haciéndote señas con el pecho…