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Inicio / Cuenteros Locales / rodolfo_gc_pitti / Sin título #1

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Tenía muchísima prisa, la tiendita de abarrotes de Don Rosendo no tardaría en cerrar. Ya era algo de noche. En casa, su bebita Lucrecia estaba esperando el jamón. Alejandra solo vivía con ella (y por ella). Le molestaba ir con Don Rosendo debido a que no le gustaba como la veía y por demás, lo que le decía. Pero se tenía que aguantar todo eso. Ella sabía que estaba guapa. Eso no le importaba mucho, pero no tenía que soportar tanto acoso. Su hija tenía hambre. Ella también. No tenían dinero para muchas cosas y solo él les fiaba la comida. Ella siempre le pagaba, tarde pero seguro. Apresuraba sus pasos por las calles adoquinadas. Deseaba que la tiendita estuviese abierta; y así fue, a la distancia se veía una tenue luz que iluminaba el local. Unos pasos más y ahí estaba ya. Don Rosendo estaba esperandola con el jamón en la barra.

-Buenas noches Don Rosendo, vengo por mi encargo. Espero lo tenga, disculpe usted la tardanza es que tuve un contratiempo.
-No te preocupes Alejandrita, sabes que conmigo no hay problema. Veo que corriste mucho. ¿Sabes? Tienes unas muy bonitas piernas, me gustan. ¿No quieres algo de beber?
-No gracias… Es usted muy amable pero vera, tengo prisa. La beba esta en la casa esperándome y tiene muchísima hambre.
-¡Vamos! No seas así mujer, estas sudando. Andale, tomate algo. No me digas que no.
-Es que…
-¡Es que nada! Venga, pase acá atrás del mostrador. Aquí tengo un poco de cerveza helada.

En eso la toma de la mano, la jala hacia atrás del mostrador. Alejandra era una mujer hermosa, vivía sola porque quería. Su hija fue productor de una tarde fogosa de juventud. Pero ella amaba a su hija y siempre veía por ella.

-Mira nada mas… Que chula estas Alejandrita, me gustas mucho y lo sabes. ¿Tu crees que este jamón y demás cosas que te fío me salen gratis?
-Pero si yo le pago, no me tiene que andar diciendo esas cosas. No sé que pretende…

Al momento de terminar de decir esto. Alejandra se pasa la mano por los labios para quitarse las gotitas de sudar. Pone el tarro de cerveza en la barra. Se siente algo rara, mareada… La cabeza como que le va a estallar.

-¿Te sientes bien mujer? ¿Que té pasa?
-No sé, me siento como que cansada. Muy rara. Me siento mal… ¿Qué me pasa?
-Ven acércate a mí. Déjame ayudarte.

Al momento de acercarse a ella, Don Rosendo se quita su chaleco y caen de el un frasco de píldoras. Él voltea rápidamente a verlo. Ella sigue la mirada también al frasco. Después, ambas miradas se encuentran. La de ella, de terror. La de el, de perversión.

-¡Me ha drogado! ¡Maldito viejo sucio, como se atreve usted!¡No me toque! Poco a poco ella sentía como se le iban las fuerzas y las ganas de luchar contra aquel señor.

-Lo siento, pero tiene que ser así… Es la única manera. Poco a poco el se acerca a ella, la toma de los cabellos y presiona su mano contra su boca. La empieza a desnudar sin consideración. Su viejo vestido esta ahora desgarrado y adorna la vieja barra. En el taburete; esta el jamón. En su casa, su hija llorando con él estomago vacío. Esa noche Don Rosendo violó a Alejandra sin piedad. La ultrajo de maneras que solo un ente salvaje podría hacerlo. La violó por la vagina. La violó por el ano. Alejandra… no supo nada. No sintió nada. No pudo hacer nada. Quedo ahí tendida como un objeto más a disposición en la tiendita de Don Rosendo. Con el culo hacia arriba y las tetas desparramadas en el suelo se hallaba la pobre mujer. Don Rosendo ya cansado se empezó a masturbar y disparo su semen al rostro de ella. Alejandra seguía inconsciente.

-Eso te paso por hacerte la difícil, pinche perra. ¡Tragate esos mocos! Así son todas, pero en realidad son unas putas. ¡Malditas putas! Quieren venir y llevarse mi jamón grátis. Hijas de la chingada.Bueno, es hora de preparar el cuerpo. Creo podré hacer buena carne con ella. Que rica estaba la cabrona, en verdad que la disfrute. Ni hablar, es hora de trabajar…

Al otro día en la tiendita; a primeras horas del día llega la primera cliente. Nota algo raro el local. Un ambiente de misterio envolvía a Don Rosendo.
-Buenos días Don Rosendo. ¿Que tiene hoy?
-Buenos días Doña Gertrudis. Tengo un lomo español muy bueno, me lo han traído de Cordoba. ¿Gusta usted probarlo?
-Claro, pero… ¿Sabe usted? No tengo mucho dinero ahorita, no sé si pueda pagarlo yo solo venía por…
-¡No se preocupe, faltaba mas! Yo se lo fío, claro… No lo estoy regalando, lo estoy fiando. ¿Estamos?
-Esta bien Don Rosendo, es usted muy amable. Usted siempre de tan buena persona, es un alma de Dios. A ver pásemelo pues.
-Como no, espéreme. En eso Don Rosendo va a su bodeguita y coge unos trozos de carne de las nalgas de Alejandra. Va al mostrador y los entrega a Doña Gertrudis.
-Ahí tiene Doña, un honor servirle.
-Muchas gracias Don Rosendo, que amable. Luego vengo a pagarle… Al momento que Don Rosendo le entrega el “lomo español” a Doña Gertrudis, esta siente como le toca las manos de una manera inapropiada y su mirada morbosa. Ya no era una mirada de deseo, en ella había destellos de locura…

Texto agregado el 28-09-2005, y leído por 189 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
21-08-2006 que original!!! sangriento y malevolo.. me encanto.. stellawasadiver
 
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