En mi valle
Amanece
El valle esta en silencio. A mi lado, un petirrojo quiebra una rama al salir volando. La bruma serpentea entre los helechos, y se espesa a ratos en las ondonadas del camino.
Hace frio, el relente de la noche se va poco a poco, dejando el rocio que tiñe de azul los labios y las puntas de los dedos.
Disfruto del amanecer, inmerso en mis pensamientos, en la soledad.
Por el camino asciende un sonido débil, un sonido gris,
rasposo, de metal viejo. Me levanto, y veo que se acerca un carro con heno.
Un buey tranquilo rumia mientras lo arrastra. En el pescante, una mujer.
El frío de la mañana no parece importarle, tiene las mejillas, la nariz, enrojecidas por el viento, y una sonrisa amplia y brillante como sus ojos.
El carro se acerca, con un tintineo de cencerros. Me ve y me saluda con una voz aguda y alegre como si me conociera de toda la vida.
Mientras el carro pasa me mira sin apartar la vista, con simpatía, con esa dulce insolencia que da la nobleza.
El carro desaparece en un recodo del camino, y vuelvo sobre mis pasos, hacia el pueblo, menos solo, el encuentro me ha regalado un pequeño milagro.
Camino pensando en las palabras del poeta..."Si cada vez que vivimos un vacío tan grande, encontráramos alguien que nos mire tan fijamente a los ojos como te ha mirado Ella......".
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