Se desvistió despacio, con la mirada extraviada en esos otros ojos a la espera. Primero el pulóver, la pollera, los cancanes, el corpiño, la diminuta bikini... Desnuda, se deslizó por los cerámicos, hasta tenderse íntegramente horizontal. Luego las preguntas, esos miedos a una respuesta equivocada, el hermetismo flotando ante dos extraños, los atisbos del pudor en ambos cuerpos, unas precisas manos indagando la carne, lo agudo del dolor, el respeto, la angustia, los silencios. Después, su silueta regresando al amparo de la ropa, esa penumbra danzando por el cuarto, la ansiedad agazapada como un nudo en la garganta, más cuestionamientos, el caudal de esa vergüenza ascendiendo por sus vértebras, junto al desamparo de un resultado adverso... La confirmación del H I V.


Ana Cecilia.