LA MANZANA DE LA DISCORDIA
Desde los inicios de la historia la manzana se ha proyectado en las relaciones humanas.
Muchas veces utilizada su razón como método de intimidar a los hombres, para que diferencien lo correcto de lo incorrecto, otras como el camino mediante el cual la persona justifica su existencia, también utilizada en todo ámbito en el cual se implique una elección, la cual veremos es la mas importante de sus tareas.
Su inicio se da en primer lugar en la mitología griega, donde “Discordia”, hija de la noche, al no ser invitada a la boda de Peleo y Tetis dejó caer sobre la mesa del banquete una manzana de oro con la inscripción “para la más bella”, título cuya adjudicación fue motivo de grandes disputas.
Sin embargo su metáfora toma forma con el rico pasaje bíblico del Antiguo testamento, en el cual Adán y Eva, se cuestionan si tomar el fruto respectivo que había sido explícitamente prohibido por el mismo Dios, o no.
Se plantea entonces, la deliberación en la toma de una decisión, pues inevitablemente en cualquier tipo de relación, incluso intrapersonal se plasma una cuestión, la cual no puede apartarse de una resolución, sea ya: tácita, explícita o voluntaria.
Tales casos los vemos representados en cualquier momento que plantee un conflicto, independientemente de su repercusión o no, pues dicha consideración es principalmente valorativa.
En la filosofía hermeneuta, es donde la cuestión de la manzana ve su máxima expresión en términos de relevancia, esto lo demostraré a continuación haciendo una analogía respecto del fenómeno de la interpretación en Dilthey:
La manzana es el nexo efectual, mientras que la discordia se plantea antes de la elección a la cual preceden vivencias y determinado contexto que ha forjado la personalidad del ente que tiene a su cargo la ejecución de la toma de decisión, se manifiesta proyectada en el tiempo a través de la meditación de lo que se espera, es decir, la manzana es el motivo por el cual interpretamos y nuestra razón ve movilizado su sentido esencial; es en este sentido la manzana el motor de nuestro ser, aquello que nos conecta con nuestro sentido de existencia.
La cuestión de tomar la manzana o no, es lo que condena a los hombres a cargar con el pecado original a lo largo del tiempo, y que se corresponde con este último párrafo respecto de la interpretación diltheyniana, ello consiste en el acto de la toma de conciencia de nuestras acciones, incluso de su repercusión, pues los efectos de determinadas causantes son gradualmente diferentes según el tipo de elección, en su contexto temporal, espacial, social, político y económico respectivo, sin obviar claro, la cultura en general.
Asimismo, existe la posibilidad de que las elecciones mismas, muten respecto de su sentido, un ejemplo claro fue una de las mas injustas víctimas de la historia humana:
Galileo Galilei, el cual tomó la elección de explorar nuevos horizontes del conocimiento, lo cual no implicaba en principio efectos que pudieran repercutir a grandes escalas, sino mas bien una razón intrapersonal, basado en los estudios de Copérnico optimizó su aplicabilidad y semejantes descubrimientos, ponían en riesgo toda una estructura que tenía ya mas de 16 siglos de vigencia en el plano científico: había puesto en vilo los sistemas de Aristóteles, Arquímedes y Santo Tomás de Aquino, es decir, su elección no solo significó el beneplácito personal de haber adquirido y descubierto una verdad mayor, sino el de haber producido un efecto cuyas ondas alcanzaron todas las esferas del pensamiento, de la interpretación y concepción de la realidad, Galileo, fue incinerado luego de un juicio en el cual hizo defensa de sus ideas, las cuales obviamente en aquel entonces no eran mas que propaganda de “Satanás”.
Por ello, que la manzana muchas veces puede parecer inofensiva por fuera, o idéntica al resto, pero su sabor no es el mismo, comerla en cierto momento puede traernos problemas o soluciones; evitarla, puede ser un acto de sabiduría o de inmadurez; el punto es:
Cuando la manzana no nos alcance, ¿Qué haremos? ¿Tomaremos el árbol y lo apartaremos de su raíz? O ¿utilizaremos parte de sí mismo para plantar otros árboles?
Esa pregunta tiene una sola respuesta.
Solo buscando dentro nuestro se encuentra la respuesta, planteárnosla con premeditación puede ahorrarnos problemas, o ser causante de los mismos, solo espero que dicha manzana no tenga gusanos, pues su presencia será el fin de nuestra esencia.
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