Todavía no amanece. El reloj esta mas perezoso que nunca. Los clientes que entran y salen de la estacion de servicio parecen tener algo importante que hacer, todos van hacia algun lugar. Mi impaciencia se mezcla con el sueño, y el cafe parecio agua. Los parpados vencidos me piden una almohada. Mi rutina ha cambiado notablemente, ahora que parece que estoy libre, tengo las manos atadas a mis brazos, mis brazos atados a mis hombros, mis hombros con nervios y tendones que estan atados a mi mente.Mi mente que esta atada a tu cara, tu cara atada a tu cuello, tu cuello que me espera, tu espera que me duele, y este frio que me cala los huesos. Mis huesos que estubieron atados a tu carne. Tu carne que fue mia, mi carne que fue nuestra; la piel que mantubimos al borde de la locura. Locura que apenas pudimos hacer volar se nos fue con el viento, y hoy la sombra del olvido se cruzo a mi vereda, y me viste con el tinte gris de la tristeza, mientras la primavera me da los primeros indicios de que aún estoy vivo y que no he perdido todo el pelo, que la razon de ser que tengo en las entrañas no es mas que los genes de esta especie que soy, que somos los humanos, sensibles, inesperadamente lunaticos, fanáticos, duendes improvisados saltando entre los hongos con perfume a otro par del sexo opuesto, esta maravilla que somos que no muere y prevalece eterea cuando al alba nos acordamos de nosotros mismos y recobramos nuestro sentido de la vida. Este hoy que tenemos en la mano y que muere a cada instante, eso duele, nunca ser, sino haber sido.