Caminaba un día
Por un sendero de flores azules
Y árboles con frutos de diamantes.
Los pájaros dulcemente trinaban
Bajo un celeste cielo de Septiembre,
En la cálida compañía del sol,
Y me parecía imposible creer que
Existiese tanta maldad en el mundo…
En mi andanza percibí
Que cada vez que pensaba
En una guerra, violación o asesinato
Una flor azul se marchitaba
Cambiando su hermoso color turquesa
Por un intenso y quemante Púrpura,
Que de a poco fue cubriendo
Todo el prado, todo el cielo.
Color de Sangre en todas partes, mientras yo no podía dejar de pensar
En tanta maldad y tanta muerte,
Hasta que decidí correr,
Correr y no pensar, hasta que llegué
A un manantial de agua límpida
Y transparente, con peces de colores, y olorosas flores blancas en la orilla.
“Extraño”, pensé, que en medio
De tanto color carmín,
Encontrara este lindo lugar.
Aquí de nuevo cantaban las aves
Y bailaban las mariposas;
Pero a pesar de toda esta belleza,
El color de la muerte seguía cubriendo la mayor parte del vasto valle.