No fui al trabajo. Decidí faltar luego de frenar el auto para guardar unos marcos de pinturas que vi en la calle y oír los auriculares a todo volumen de un chico que iba por la vereda escuchando Manu Chao. Me devolvió a mis épocas "rebeldes", durante las que conocí a Meri. Fui a descansar a una plaza. Creo que después de haber sido durante cinco años el chico irreverente de la empresa que consigue los mejores contratos, me lo merezco. Me tire sobre un banco y me quedé observando a la gente. Pasó una chica, hija de una amiga de Meri, con la cual tuve una charla sobre vegetarianismo en el casamiento de su madre. Me reconoció y se acercó a saludar. La invité a tomar un té, y me sentí traicionar a Meri, no por invitar a Ailén, sino por tomar té después de haberme negado a acompañarla ayer cuando me lo ofreció. Fuimos al café donde había quedado en encontrarse con su novio. Pedimos nuestras infusiones y, hablando del casamiento de su madre, empezamos a hablar del amor. De si es bueno que dure para siempre, de si el amor es proporcional al amor que recibís o es independiente, de si se miente más en el amor que en la amistad, de si existen las personas incapaces de amar o ser amados... Pasó una hora, un par de tesitos más, y su novio no llegó. Ailén se iba a la casa de una amiga y yo me iba a pasar el resto de la tarde en la cama mirando programas de cocina con Meri. Mientras esperábamos que nos cobraran sonó el teléfono, me fijo de quien era el numero, y era la amiga de Meri, la madre de Ailén. Es de tu casa, dije. Voy a atender, y había otro numero llamando ahora, era Meri. - Hola, vida!! Tengo unas noticias espectaculares, no sabes... - Amor... podes venir a casa? - Epaaa! Que pasa amor, tenés vocecita triste. - Vení. - Sí, sí, ya voy para allá, estoy saliendo. - Pasó algo grave?- dijo Ailén. - Noo, no sé, era Meri al final, me dijo que vaya para casa. Te dejo para que pagues. Chau, nos vemos. - Chau. Salí preocupado. Por un instante no supe dónde había dejado el coche. Empecé a caminar y recordé que estaba a diez cuadras en dirección contraria. Temí que se hubiera enterado de aquel amorío que tuve hace unos siete meses con la polaca, el cual pasó sin darme cuenta, y que al darse la oportunidad de repetirlo, me hice el boludo. Sonó el teléfono, y devuelta apareció el numero de la madre de Ailén. Atendí. - Hola? - Ay, Pablo. Es Meri- se la escuchaba agitadísima- fui a tu casa, y estaba, gritando y, se escuchaba que, tiraba platos, y lloraba, y me decía que me vaya, y te llamaba, y me vine corriendo, a mi casa para, para llamarte, te estuve llamando... - Tenés alguna idea de que le pasa? - No, que carajo voy a saber?! Por favor anda rápido! ¿Estas en el tra... - Chau, gracias. Era algo muy raro. En lo profundo me daba miedo. No se me ocurría por qué causa Meri sería capaz de ponerse así de loca, y después llamarme con esa voz tan triste, esa voz de huérfano que te agradece que la hayas regalado algo de ropa. Mierda, recién iba por la tercer cuadra, las siete cuadras que me quedaban se me hacían un gran océano. Marqué el numero del teléfono de Meri, pero corté y decidí correr hasta el auto y llamarla desde allí. Cuando ya me acomodé en el coche, volví a llamar. Cada vez que repaso mentalmente esto, es igual de difícil. Es un dolor muy grande, no hay... dios, no lo creo, no lo entiendo. Arranque el automóvil y conduje, Meri atendió. - Amor, estoy yendo, me podes decir que pasa? - ... - Estas llorando, amor, decime que pasó, por favor. - ... - Te paso algo? - ... - Estoy llegando, vida. Ya voy. - Se metió un tipo a casa... - ... - Me violó. Llegué a mi casa, no a la mía y de Meri, sino a la mía, la de mis hermanos. Mi madre intento alegrarse de mi visita pero enseguida notó mi cara y tardó en decir algo. Me ofreció café. Le pedí que me lo llevara a la que por casi veinte años había sido mi habitación. Mi dormitorio había mutado en biblioteca. Todavía estaba mi cama. Me recosté. Eran casi las seis de la tarde. Recuerdo que en esta habitación me pasé la mayor parte de mi adolescencia, escuchando punk rock, fumando, bebiendo. Recuerdo que siempre venían compañeras del colegio fascinadas por mi depresión. Una vez, hasta hice el amor. Recuerdo que no me gustaban los deportes, cosa que ahora me fascina, y hasta me controlo con la bebida. Recuerdo que me gustaba jugar a la escondida con los pibes del barrio, y que yo siempre encontraba los mejores escondites. Recuerdo... mierda... no entiendo. Uno nunca esta preparado para una noticia así. Cómo debe actuar uno en estos casos? Debe estar al lado de la persona que lo necesita, pero en estos años, con Meri sabemos que el otro prefiere estar solo si uno no es fuerte como debe. Lo que quiero decir es que, si llegara llorando, ella se derrumbaría más. Comencé a llorar, primero sin darme cuenta, de tristeza, luego por desesperación. Hace mucho que no lloraba así. Estaba desconsolado. Que debe estar pasando por la cabeza de Meri? La habrán golpeado? Volveremos a hacer el amor algún día? Dentro de un año podremos reír devuelta? Mi madre entró con el café, no intenté disimular mi estado, no tenía caso. Ella apoyó la taza en una pequeña mesita cercana a la puerta y se fue. Sin querer me estaba pellizcando el brazo. Sin querer me estaba pellizcando el brazo. Sin querer me estaba pellizcando el brazo. Sin querer... me cuesta concentrarme. Son las seis de la tarde. Intenté tomar un poco de café pero no pude tragar. Igual tenía hambre, y calculé que Meri también. Debería estar cuidándola. Salí de mi habitación fui hasta la cocina buscando a mamá para despedirme y de paso decirle que hoy no se molestara en llamar. Fui hasta el auto y manejé. Amor. Porque nos pasó esto? Nosotros nos amamos, somos felices. Luego de tres años juntos, pudimos escapar de nuestros hogares... ya estábamos creando nuestro mundo perfecto. Planeábamos tener un bebé y a alguien se le ocurre lastimarte así. Dios, por que pasan estas cosas? Y ese hijo de puta te vio desnuda, ese conchudo seguro deseaba verte en alguna posición y lo logró, solo porque tiene la fuerza para someter a una mujer, y... ahora, haciendo trabajar un extra a mi memoria, me parece que sé quien pudo ser. Ahora recuerdo un grupo de pelotudos que estaba en la esquina de casa tomando vino. Fue ese negro de mierda que me mantuvo la mirada unos segundos. Se dio el gusto de dársela a la esposa de un ejecutivo. Que triste que es el mundo, logré hacer un poco de guita y ya me tengo que esconder. Me quité el saco y la corbata. Devuelta estuve pensando en nada por lapsos de tres segundos. Estando a diez cuadras de casa, empecé a dar vueltas. Todavía no estaba en condiciones de cuidar a Meri. Hubiera querido ser alguien más fuerte, y heroico, un Chuck Norris, un Van Damme. Mierda. Agarré una calle directo a casa. Estacioné el auto a unas tres cuadras. Llamé un taxi y esperé. Apagué las luces del auto y quedé en silencio. Me recordé de pendejo, cuando los fines de semana de verano no tenía amigos, y no tenía donde ir. Solo conocía una persona, el que me vendía marihuana. Salía a caminar a eso de las once y media de la noche, y paseaba por toda la ciudad, caminaba, fumaba, me sentaba a tomar un vino. Y no pensaba en nada, en realidad, no tenía por quien pensar. Recuerdo que un día de esos, escuchando desde la vereda una banda que tocaba en un boliche, la conocí a Meri. Es un recuerdo que me enternece siempre. Nuestras vidas se cruzaron de la forma más sincronizada posible. Si algo cambiaba de los primeros tres meses, no hubiéramos sido novios. Pasó un taxi, le hice señas con las luces y me bajé. Cerré el auto, subí al coche y le dije donde tenía que ir. Le ordené que diera unas vueltas por mi manzana, tenía la idea de ubicar al maldito. Vivía al final de la cuadra de atrás. Cuando pasé a su altura, estaba con el mismo grupo de putos de mierda. No me escondí muy bien, y uno me vio y les hizo una seña a los otros. Voltearon muy tranquilamente. Llegué a casa, las luces estaban apagadas. Ya siendo casi las siete, estaba oscuro. Tratando de no ser muy estrepitoso, llamé a la puerta chocando una moneda en el vidrio. - Amor, soy yo. Cómo estas?- probé abrir la puerta, estaba abierta, entré- Amor? Prendí la luz, en el suelo de la cocina había trozos de platos rotos. Escuchaba ruido de agua y había olor a humedad, y a caca y a vómito. Me dieron nauseas, se me hizo una imagen de todo lo que pasó. Fui hacia la pieza, en el baño estaba la ducha largando agua caliente. Llegué a la habitación, estaba hecha un desastre. Todo roto, la pared estaba manchada con un escupitajo de sangre y al lado había rastros de dos dedos que se habían limpiado algo marrón, previsiblemente, el olor a caca era más fuerte. Meri estaba en un rincón. Balanceándose como en las películas. Me miró, y tardé en hablarle. No encontraba las palabras adecuadas. Me agaché y la abracé. Le dije al oído: ya llegué, amor. La besé en la mejilla y noté que estaba rasguñada. Le pregunté si quería que le hiciera algo calentito para tomar. Fui hasta el ropero y saqué una frazada, la extendí frente a la puerta del baño, cerca del calefactor. Volví al lado de Meri. - Te querés acostar? - Sí. - Vení- la cargué y supe que no quería saber nada con la cama- vamos al pasillo, te acostás ahí mientras yo preparo algo para que comas. Dale? - Sí. Abrí la heladera y no había un carajo que tuviera ganas de cocinar. Fui a la alacena y saque una sopa crema en polvo, puse agua a calentar con el fuego al mínimo y volví con Meri. Me acosté a su lado y comencé a acariciarle la cara. No sabía que decir. No se puede ser optimista luego de esto, pero de alguna forma tenía que darle fuerzas. - Te amo- le dije, ella me miró con sus ojos hundidos, a través del pelo que le caía sobre la cara. - Te amo- dijo con un hilo de voz. - Tenemos que hacer la denuncia. La abracé y me quedé pegado a su oído un largo rato. Ella estaba transpirando, le iba a proponer que se bañara pero recordé que luego de hacer la denuncia, hay que ir al médico para que busque semen. - Te bañaste? - No... hay que... hacer la... la denuncia... no? Estaba abstraída, con la vista perdida en algo que yo no podía ver. Iba formando la frase con todo el tiempo del mundo. Me tranquilizó que tuviera ánimos de someterse al agotador tramite de la denuncia. - Fue... - igualmente me costaba hablarle sobre el tema- anal o vaginalmente? - No sé. - Tenés idea de quién fue? - Tenía... una remera... amarilla y negra... o algo así. - Sé... - tenía ganas de contarle que sabía lo que sentía. Quería contarle que sé que siente asco de todo, de los lugares donde pasó todo, de mis roces de piel, de su propio cuerpo, sé que siente el olor de este tipo por todos lados, y que lo va a seguir sintiendo por mucho tiempo, sé que a pesar de todo va a tener pesadillas, sé que ese rasguño se lo hizo ella misma. Sé que le duele la cabeza, sé que no quiere saber nada de nada. Sé que tiene miedo, que tiene vergüenza, que siente que no sirve para nada, que sería mejor morirse, que si encontrara una botella de vodka se la bajaría y luego la rompería y con ella se tajaría la cara, el cuello, los brazos y la panza. Sé que ni mi amor, ni el de su madre, ni el de nadie, es capaz de aliviar lo que pasó. Quiero contarle que sé qué es lo que esta sintiendo. Quiero contarle que a mí también me pasó, cuando era chiquito. Y que no conté con el amor de nadie, nadie me ayudó porque por vergüenza, y miedo a que no me creyeran, no pedí ayuda. Que como me pasó de tan chico, en mi adolescencia empecé a creer que había sido un sueño. Quiero decirle que por callármelo, por tratar de olvidar el dolor, me hice un hueco en el alma. Pero sé que no es eso lo que quiere escuchar ahora. No creo que alguna vez encuentre el momento indicado para hablar del tema. Sé que ella no necesita más. - sé quien fue. - dije al fin - trabaja en un taller acá a la vuelta, no se va a fugar, cree que los contactos que tiene, si es que tiene, le van a servir contra mis abogados. Igual, dejó mucha evidencia. - Va a salir en dos años... - Si es así, me voy a encargar de que salga con dos brazos y varias piernas menos. Continué abrazándola. La sentía entre mis brazos, solo podía pensar en todo lo que la amo. A pesar del desliz que cometí con la polaca, la amo. Sé que ella me va a amar mucho tiempo más, aunque se entere. Sé que nuestro amor es más fuerte. El agua empezaba a hervir. Amor, dije. Luego de la comisaría y el hospital, vamos a un hotel, y luego, al norte, a un lugar sin viento y… no sé.
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