Descanso en mi cama, tranquila, la ventana abierta me permite escuchar los ruidos de afuera... la voz del dueño de la verdulería de abajo... su radio... las señoras... los sonidos de afuera resaltan los ausentes en mi casa. El silencio está en mi casa. Mis luces apagadas permiten que disfrute del sereno avance de la luz de la luna sobre mis frazadas. Siempre, cuando empieza la primavera, quito los foquitos de las lámparas y abro las ventanas, me gusta ver mi casa a oscuras, me gusta ver la luna avanzar sobre mi cama, y oler el Aromo de la vereda. Comúnmente, acompaño este cuadro con mi discman, pero hoy se lo llevo mi amigo, estoy sola con mis pensamientos. A veces desearía compartir las sensaciones simples que me brinda la vida, las que siento con todo el cuerpo, con alguien. Tengo ganas de que él toque timbre, suba, recibirlo en mi casa a oscuras, tomar el ramo de flores que me trajo y acomodarlo en un florero, que me acaricie con una mano desde la nuca hasta el ombligo, y me invite a bailar. Quiero llevarlo a mi habitación y contarle lo lindo que es ver por la ventana como se ocultan los últimos naranjas en el horizonte, siendo casi las nueve de la noche. Indicarle que disfrute el olorcito del Aromo, que respire y que me bese, quiero dormirme entre sabanas de seda y luego despertar abrazada a él y despertarlo para que no nos perdamos ni una nube iluminada desde arriba por la luna, aguante la luna, ver la superposición de nubes pintando un cuadro que se va transformando, con la fuerza de la vista, en un bosque de vapores, en unas cataratas aéreas, en prados holandeses azulados. Las nubes en tonos azules, la luna blanca, y el fondo profundamente negro. Sé que todo se arruinaría, quiero estar con "él", y quiero deslumbrarme con el ambiente, pero sé, sé que una cosa con la otra se echaría a perder. Supongo que voy a tener que esperar... tengo tiempo... ufa.