1…2…días de levantarme por las mañanas, salir de mi celda e ir al baño a lavarme la cara con jabón hecho de promesas falsas y enjuagarme con el agua salada que destilan con fuerza de mis ojos.
Me miro al espejo y veo reflejado aquel rostro que pensé, ya se había marchado…-no lo niego, la extrañaba-. Regreso a mi cama e intento dejarme fluir en un mar de sueño pero a cambio solo percibo a estas dos amigas que de nuevo están a mi lado: la soledad que coloca sus manos sobre mis hombros compadeciendo mi existir y esta tristeza que araña mis manos para recordarme que aun estoy viva.
El insomnio me mantiene cuerda o más bien, cruda de sueños, de esos sueños que solo se crean en la mente (¿Y en donde más se pueden crear?) y que al final del túnel de mi realidad, recuerdo que todos somos tan simples y lo que es peor…tan humanos.
La luna es una vez más, solo un hueco sobre mi techo, donde se puede observar el futuro reflejado al paralelo de un presente que fantasiosamente fue hermoso. Me he despojado de mucho y para este mundo solo fue un “nada”, cuando se esfuerza al por mayor en que, el camino a recorrer sea menos pesado, es cuando te tiran a la cara lo tonta que se es en muchas ocasiones y lo inocente en la mayoría de los sentires…no sé si mis zapatos duren este camino.
Lo único cierto es que, no se puede dar gusto a nadie, ni siquiera a mi misma que es la que más exige y me pide un poco de respeto, apoyo y cariño. Esto no se entiende, ¿Es mucho para este planeta, es mucho para mi? ¿O quizá aun no me he despedazado lo suficiente para comprender que solo soy una muñeca de trapo que se deja humedecer por lágrimas ajenas y propias?
He girado los 360º y he regresado al mismo punto, donde me esperan como siempre “las fieles”, aquellas que me reciben con los brazos abiertos y con ese cariño, respeto y apoyo que solo ellas pueden comprender: La soledad y mi tristeza.
Amigas que no son sin mí y yo no soy sin ellas... y lo único que deseo por ahora sin arañarme las manos… es dormir.
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