Todos a veces hemos jugado con una palabra; por ejemplo “tomate” y repitiéndola muchas veces: “tomate” “tomate” “tomate” “tomate”...primero deprisa y luego despacio ”to-ma-te” “to-ma-te” “to-ma-te” y otra vez deprisa“tomate” “tomate” “tomate” “tomate”... Al cabo de unos segundos ocurre algo mágico. De repente las tres silabas dejan de ser nuestra verdura preferida para convertirse en algo extraño y carente de significado. Con ese sencillo truco lo único que conseguimos es separar el significado:
Fruto de la tomatera, que es una baya casi roja, de superficie lisa y brillante, en cuya pulpa hay numerosas semillas, algo aplastadas y amarillas, de su significante: los sonidos to-ma-te.
La explicación psicológica del experimento es que con la repetición del sonido el significante empieza a tener una entidad propia e independiente de su significado. Es como si los sonidos tomaran conciencia de su existencia y decidieran independizarse.
En una mente sana después del juego el significado y el significante se restañan sin dejar señal de su reciente separación.
Eso ocurre en una mente sana sana sana sana...