¡Ah, cómo me gustan los puntos!

Empezando desde los erógenos hasta pasar por los puntos de vista y en común, no hay casi nada que me guste más que los puntos (a excepción de los puntos negros y los débiles).

Me gustan los puntos y aparte, porque abren muchas puertas y cierran otras, los puntos suspensivos porque dejan la incógnita al descubierto y a la imaginación, los dos puntos porque anuncian algo grande, un contenido o el nombre de una persona, los puntos sobre las íes porque dejan todo claro.

Los puntos continuados porque forman una línea y con las líneas figuras, imágenes más o menos llenas de ellas y de significados, los puntos y coma son algo serio, menos usados pero más elegantes, los puntos en contra porque saben a desafío…

Los puntos bajos le dan un aire de asombro a un signo de admiración, uno de duda al final de una oración o una pregunta, y para terminar son el último clavo para una declaración, sea de guerra, sea paz o sea de amor.