atreverme a salir de este lugar, equivaldria señeramente a un suicidio, y en vista de que no espero matarme si no morir; niego rotundamente la idea de traspasar aquella puerta que se ha quedado sin llave.
Existe en medio de la puerta y en medio de mi un espesor de aire, que rememora una mirada alegre
que algun dia hubo de verme y otro dia ha de esconderme.
En consecuencia temo que la mirada viva una fantasia en el momento que ha de poder observarme, cuando menos presentirme.
Se me ocurre una certeza con cara de tristeza, una evocacion sin rostro, que resultaria infimamente inutil, tratar al menos explicarla;
pero he de asegurar que se remonta a épocas no tan lejanas, donde todas las miradas poseían grietas y todos los ojos me veian tristes
pero debo afirmar sin temor alguno, que la tristeza de las miradas fueron provocadas por unos ojos que tambien las veian pero
no las miraban y debo recalcar que aquellos ojos que veian y no miraban, eran los realmente trsites, los que verdaderamente
y de modo r5otundo infundian tristeza a las demás mmiradas, o bien al ser incapaces de ver con alegria confundia y contagaiba
el letargo y la tristeza a las demas.
hoy por hoy y sumido en el fondo de un tunel, que dicho sea de paso me parece como una cama y me sabe a lecho, en el fondo de este mismo, he de mirar la quietud de los objetos el simple estar de las cosas, y jamàs podre volver a ver mirada alguna, ni grieta derramada de un flirteo, ni mucho menos mi propia mirada