Me levante asustado y de nuevo tu nombre me ataco por sorpresa y los soldaditos de tu amor rápidamente tomaron todo mi cuerpo y lo declararon no libre y dependiente de ti.

Me atrincheré en la esquina derecha de mi cama, me di una vuelta y quise gritar tu nombre para dejar de sentir este mal de amor, no funciono... me acorde que siempre a la derecha de mi cama se encuentra la cómoda donde dejo esa cajita de madera pintada de azul que tu misma hiciste para mi y pensé que no era el momento de darle a tus soldaditos más motivos para atacar mis intestinos, y voltee a la izquierda.

Escuche tu voz en mi cabeza como si estuvieras susurrándome en la oreja diciéndome que te abrazara mas fuerte...
- Volvieron los soldaditos...-
Me cubrí con la colcha de plumas y tapé mi cabeza con la almohada para suavizar los disparos.

Son esas típicas mañanas donde el mundo se levanta con ánimos de burlase de tu existencia.
Un día gris y frio, cubierto por la neblina, las calles empapadas por la humedad de la madrugada y la gente vestida de marrón ( siempre encontré al marrón como un color triste, aburrido y sobre todo deprimente ).

En mi casa todos están despiertos y listos para salir, escucho a mi hermana correr por el pasillo para tomar el ascensor, se le hace tarde y tiene guardia en la clínica. De pronto y sin saberlo me di cuenta que estaba solo y que seguramente me esperaba una nota en la cocina indicándome donde se encontraba mi desayuno.

-Estos soldaditos siempre llegan en días como este-

Me voltee una vez mas pero esta vez me quede al medio de la cama, mire al techo y me di cuenta que además de ser un día gris y frio era lunes y me esperaba una semana de exámenes parciales en la universidad.
Me acorde que en días como este siempre hay exámenes.

La verdad, es que por lo general tus soldaditos atacan por las mañanas, tienen una táctica envidiable, siempre logran tomarme desprevenido y llenar mi mente de recuerdos olvidados y sentimientos que pensé había superado, pero aun logran paralizar mi cuerpo durante unas mil horas o cinco segundos.
- faltan seis más ... y es lunes-

Me baje de la cama y camine al baño, vi mi rostro pálido y cansado en el espejo, en días como este donde el gris de Lima se cuela por las ventanas e invade mi cuarto todo se refleja mas triste en los espejos.
Es como cuando las Cuculíes se ponen de acuerdo para cantar al lado de tu ventana y hacerte saber que son las siete de la mañana, ellas ya llevan dos horas despiertas y te toca acompañarlas a pasar un día mas en una ciudad donde la gente anda vestida de marrón y la neblina se encarga de matar los pocos ánimos de sonreír.

- Un ataque más de estos y tus soldados de seguro me mandan de un golpe de vuelta a la cama y a mis pijamas de rayas.-

Seguro esta vez me hacen tomar el álbum de fotos y repasar una por una las fotos donde apareces para que puedan recargar sus fusiles y darme una muerte dolorosa y llena de agonía.
Son casi las ocho y entre los soldados, el frio y mi colcha de plumas estoy dudando que tenga la suficiente fuerza de voluntad como para ir a escuchar clases sobre la constitución del Perú y sus excelentes gobernadores, destacados todos por la habilidad de robarse el patrimonio de mas de 27 millones de peruanitos vestidos de marrón.

Lo más probable es que pase gran parte del día tirado en mi cama entre fotos y trincheras, tratando de combatir tus soldaditos con programas aburridos en la televisión y escuchando la bulla de la ciudad desde mi ventana.
Me pregunto si el martes y el resto de la semana serán igual, faltan seis más y el lunes se me hace interminable.

Talvez todo depende. Depende de las Cuculíes de mi ventana, depende si mañana la humedad invade las calles, depende si la masa de nubes envuelven a Lima y la pintan de gris, depende si las personas salen vestidas de marrón... pero sobre todo depende si tus soldaditos siguen de pie y marchando al ataque a la hora de levantarme.