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¿QUÉ CON LAS DEIDADES?
“Los movimientos de los astros, la lluvia, el fuego, la naturaleza entera, el origen del hombre y su destino, han generado en el hombre la necesidad de saber, de convertir en respuestas tangibles al caos que lo rodea. Y encuentra en el mito respuestas satisfactorias. Sin embargo de entre todos éstos fenómenos, hay uno en particular que causa, en todo tiempo, terror constante en los hombres: la muerte”
Este más que un ensayo, es un intento de mirar a través de los rasgos filosóficos de los antiguos mexicanos. Es de suma importancia saber que el tema no es fácil, por falta de información, ya que pese a todos los libros que podamos tener, estos siguen siendo meras suposiciones, ya sea de los vencidos o vencedores.
Cómo enfrentar un mundo cada vez más opuesto y deshumanizado. Cómo sobrevivir entre una masa infame de gente embrutecida que sólo piensa en el dinero, el consumir, el grotesco placer y la degradada diversión. Qué hacer cuando las instituciones más importantes de la sociedad se encuentran dirigidas por personas simuladoras y cínicas, quienes a través del engaño y la mentira, hunden todos los días a las instituciones que le deberían dar dirección, apoyo y confianza a los ciudadanos. Ciudadanos preocupados por la cultura, encaminados al acierto y error, pero buscando los fragmentos de una identidad propia. Qué hacer cuando los medios masivos de comunicación permanentemente están enajenado y embruteciendo al pueblo, y el sistema educativo engaña y coloniza a los estudiantes, dejándolos en la más grande ignorancia y totalmente deshumanizados, sin principios y valores éticos y morales; despertándoles solamente el valor al lucro, la competitividad, el individualismo y el consumismo. Qué hacer cuando vemos que todo se esta derrumbando y que aparentemente nada se puede hacer. Qué hacer cuando nos damos cuenta de que estamos solos y que el sistema está en contra de nuestras aspiraciones más elevadas. Qué hacer cuando no nos resignamos a morir en una larga, enajenada y embrutecida vida.
La muerte es tema que tiene que ver con las deidades, ya que los antiguos mexicanos, lo colocaban dentro de estas, tenia tal importancia, que no faltaban los ritos y ofrendas.
¡Con este canto es la marcha
a la región del misterio!
Eres festejado,
Divinas palabras hiciste,
¡pero has muerto…!

¿Es que estaba ya cansado?
¿O venció la pereza al señor de la casa?
El dador de la vida a nadie hace resistente…
Por eso continúa el cortejo:
¡es la marcha general!
La respuesta es buscar en el pasado, los principios y valores que un día llevaron a nuestros Viejos Abuelos a construir una de las civilizaciones más importantes del mundo. Ante este caos, el futuro está en nuestro pasado. La muerte esta bailando dentro de nosotros como los dioses, con la única finalidad de asemejarse a la locura, la cual conduce al ser humano, a la libertad que no puede explicar, la verdad, que talvez no existe, la pregunta sobre el origen.
El antiguo mexicano, al igual que el actual y los griegos se preguntaron por el origen de las cosas, unos con mas profundidad que otros; actual mente considero que no existe persona que no se haya preguntado alguna ocasión sobre nuestro origen, motivo por el cual los antiguos crean a las deidades para tratar de dar solución y soporte a su vida, entre esto aparece la muerte, como destino y verdad.
“Estos sabios que mostraron su hondo sentido poético, compusieron cantares y poemas para expresar lo mas hondo de su sentimiento. Se trata de pequeños textos en los que van apareciendo preguntas de hondo sentido filosófico. Las cuestiones que el hombre de todos los tiempos se ha ido proponiendo en las más distintas formas”.
Las antiguas civilizaciones generaron y se apoyaron en mitos para entender el destino del alma después de la muerte del cuerpo, basaron el principal objetivo de éstos en hacer creer en formas diversas y mediante diferentes representaciones alusivas, ciertas verdades profundas a las que no se puede llegar con el uso exclusivo de la razón. Así, lo incomprensible se convierte en algo inteligible y, momentáneamente, el espíritu encuentra paz y remanso en el pensamiento mítico. Los fenómenos incomprensibles toman entonces, formas terrenales, comprensibles al ojo humano: nacen los dioses y con ello, el rito. El mito es el elemento épico de la primitiva vida religiosa; el rito es su elemento dramático. Miguel dice: “Preguntas que implican ya abiertamente una desconfianza respecto de los mitos sobre el más allá. Quienes se las plantean no están satisfechos con las respuestas dadas por el saber religioso. Por eso dudan y admiten que hay un problema”.
El rito se convierte en la representación e interpretación del mito. No dice todo lo que trata de decir, pues lo humano no puede por más que lo intente, ser divino, pero hace todo lo posible por aproximarse a un significado "real". Los motivos del pensamiento mítico y de la imaginación mítica, son, en cierto sentido, siempre los mismos: muerte y dioses, tratando de explicar al igual que los griegos, la verdad imaginada y concebida como en un sueño, Platón tiene sus mitos como el de loa caverna, pero los antiguos mexicanos se aproximaron; aunque no existe un rompimiento con el mito, si existe un mito que justifica la existencia de determinadas cosas u acciones. En toda actividad humana y en todas las formas de la cultura humana encontramos una "unidad de lo diverso". El arte nos ofrece una unidad de intuición; la ciencia nos ofrece una unidad de pensamiento; la religión y el mito nos ofrecen una unidad del sentimiento. El arte nos abre el sentimiento de las "formas vivas"; la ciencia nos muestra un universo de principios y leyes; la religión y el mito empiezan con la universalidad y la identidad fundamental de la vida.
Es decir, el rito se sirve también del arte para tratar de comunicar lo que los mitos son. Así, religión, arte y mito parecen tener lazos muy estrechos, pues, a diferencia de la ciencia, éstos hacen uso de lo aparentemente irracional para comprender un mundo caótico e inexplicable, pero sobre todo, hacen referencia a lo infinito, a lo perdurable y, por lo tanto, a lo inmortal. Que trasciende a la muerte; “¿se llevan las flores a la región de la muerte?, ¿estamos allá muertos o vivos aún?, ¿Dónde está el lugar de la luz pues se oculta el que da la vida?”
Ya decíamos que la muerte es, en primera instancia, un fenómeno natural incomprensible, y en consecuencia aterradora, pero, por el simple hecho desmitificarlo, se vuelve un elemento comprensible. Sin embargo, esto no le basta al ser humano, porque aún cuando ha logrado "domar" a la muerte, ahora tiene miedo de morir. Y aunque no puede evitar la muerte, sí puede evitar morir, es decir, trascender. “Para los antiguos mexicanos la oposición entre muerte y vida no era tan absoluta como para nosotros. La vida se prolongaba en la muerte. Y a la inversa. La muerte no era el fin natural de la vida, sino fase de un ciclo infinito. Vida, muerte y resurrección eran estadios de un proceso cósmico, que se repetía insaciable”. Una forma de trascendencia es la descendencia, pues los hijos llevan la sangre de quien los engendra; otra forma es el arte.
En las culturas antiguas, donde la representación de los mitos por medio de los ritos era indispensable. Vasijas, altares, templos, máscaras y rituales, son elementos que han sobrevivido al tiempo, trayendo consigo las imágenes, ya no solamente de individuos, sino de civilizaciones completas recordadas gracias a estos objetos y, por lo tanto, vivas. Y todos estos objetos, cuando son hechos con paciencia y dedicación para los dioses, trascienden nuestro cuerpo, pues son productos de una imagen que, si bien se refleja en la mente, se gestan principalmente en el alma. La dualidad aquí es innegable: interior-exterior, cuerpo-alma, razón-instinto.
El descubrimiento de que es él quien puede domar la inclemente naturaleza, le da al hombre la confianza suficiente para hacer el mundo a su imagen y semejanza; los griegos, por ejemplo, veían ya en la filosofía el arte de la vida, en ella se podían encontrar las respuestas a todas las incógnitas que se le presentaban. Los dioses son así confinados en cuerpos humanos y el arte pasa a ser un elemento de lujo para el alma.
Existe también quien percibe el dualismo como un sino sublime y, sin palabras ni deseos, se inclina ante el gran enigma indescifrable de su ser. Su temor se ha depurado y convertido en veneración; su resignación se ha tornado religión. Para él no es la vida un absurdo confuso y tormentoso, sino algo sagrado, que arraiga en profundidades inaccesibles al hombre. Pero, aún cuando estos tipos de hombres tengan en distintas categorías una u otra parte de la inseparable dualidad del hombre, una constante habita en ellos: el mito, que está "conectado íntimamente con todas las demás actividades humanas: es inseparable del lenguaje, de la poesía, del arte, y por ende de la arquitectura, y del más remoto pensamiento histórico, pues en éstos, nuestras emociones no se convierten simplemente en actos, se convierten en obras, obras que atienden incluso a la muerte.
Las múltiples representaciones del mito van desde los rituales en donde danza y canto se unen para invocar a los dioses, o se manifiestan en algunas obras escritas, como la Iliada, (libro indispensable para los griegos) o como el Popol Vuh, (libro sagrado de los mayas).
Sin embargo, algo en estas representaciones queda incompleto, las danzas duran un suspiro, y hay que estarlas repitiendo incansablemente, las danzas rituales necesitan además un espacio digno para representarse, un lugar que albergue al dios al que se invoca. Y las historias escritas en libros deben ser tangibles, visibles, no únicamente en la mente, sino en la realidad. De aquí que el hombre busque un refugio para albergar tales representaciones. La memoria, la tradición oral o la búsqueda del retirar del velo mítico, que para mi acerco a los antiguos mexicanos a la filosofía, no como tal, pero si como un pensamiento que con temor a equivocarme es pre-filosófico.
"Nuestros padres y abuelos nos dicen que él nos ha creado y formó,
él cuyas criaturas somos: nuestro príncipe Quetzalcóatl.
También ha creado el cielo, el sol y la deidad de la tierra"
Quetzalcóatl sacerdote-dios cuyo mito corresponde a la cultura mesoamericana, nace en Tula y su culto rápidamente se extendió por toda Mesoamérica. Su historia es ampliamente conocida: auto desterrado de Tula por haber mancillado su honor al haberse emborrachado con pulque, vaga por distintos lugares hasta que, dirigiéndose al poniente, lugar donde el planeta Venus se oculta, embarcado en una pequeña balsa que se consume en llamas, vaticina que volverá por el oriente transformado en Estrella de la Mañana y precediendo al Sol.
El concepto de dios nos supone infinitud, es decir, puede tener inicio, pero no fin. Por lo tanto, al ser traído a la tierra, debe vivir en ella para siempre. Así como la muerte y las deidades; parecido al devenir de Heráclito.
A manera de conclusión puedo decir que: los Dioses de la religión maya solo son representaciones plásticas de seres sobrenaturales formados con rasgos altamente estilizados de diversos animales y elementos vegetales que se combinan a veces con formas humanas. Para acercarnos a la significación de estos seres fantásticos, es necesario apelar a las figuras semejantes de los códices sobrevivientes, que pertenecen al periodo Posclásico, y a los textos coloniales españoles e indígenas, que nos confirmar el carácter y las manifestaciones de los seres sagrados y nos dan sus nombres, cuyos significados nos permiten ahondar en la caracterización. Pero que esa representación, es más mítica que nada y tiene su razón de ser en el tratar de explicar la naturaleza de las cosas. La respuesta a ¿Qué es el hombre? No se plantea como tal pero los intentos de responderla ya están apareciendo, en la cultura del méxico antiguo.

Por las fuentes escritas sabemos que los dioses fueron concebidos por los mayas como energías indivisibles e impalpables, que se manifiestan en diversos seres naturales: astros, lluvia, relámpago, animales poderosos como la serpiente, el jaguar, las aves, los murciélagos, vegetales (maíz), minerales, entre otros.

Asimismo, los espíritus de los hombres sobrenaturales eran reindificados al morir.

Además de esos seres naturales, también eran epifanías de los dioses sus imágenes hechas por los hombres, las cuales fungían muchas veces como encarnaciones de las energías sagradas durante los ritos para recibir las ofrendas de los hombres.

Otras características de los dioses mayas es que, a pesar de ser superiores a los hombres y capaces de crear, se concibieron como seres imperfectos que nacen y mueren, por lo que requieren de ser alimentados para subsistir. Aquí la importancia del tema tratado, la muerte como posibilidad o imposibilidad de trascendencia en los antiguos mexicanos.

Esta idea expresa claramente los mitos cósmicos, en los ritos e inscripciones jeroglíficas del periodo clásico, como las del palenque, donde se registra el nacimiento de algunos dioses según las interpretaciones epigráficas. Cada uno de los seres sagrados tiene diversas epifanías y múltiples nombres, de acuerdo con sus atributos y, sobre todo a su cambio. Por eso un mismo dios puede ser celeste y terrestre, benéfico y maléfico, masculino y femenino, energía de vida y energía de muerte.

Además, los dioses pueden ser uno o varios a la vez (donde lo uno y lo múltiple converge y devenir) y se pluralizan en cuatro, cuando abarcan los cuatro rumbos del cosmos; en trece la deidad del cielo, denominado en Yucatán Oxlahuntikú, “trece deidad”. Ello determina obviamente, representaciones plásticas muy diversas de cada uno de los dioses, y a eso unamos los estilos artísticos distintos, propios de cada región, lo que toma muy representativo o mas aun explicativo, el estudio de los dioses mayas.

Sin embargo, las deidades se pueden identificar por algunos elementos simbólicos constantes en todas las regiones del área maya.

Desde los distintos enfoques de la investigación mayista se han dado diversas interpretaciones de los dioses mayas, pero muy pocas al apego pre -filosófico, a la gran trascendencia que deseban tener con respecto al Ser.

Texto agregado el 24-09-2005, y leído por 851 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
24-09-2005 ¡EXTRAORDINARIO! Sencillamente extraordinario. ¡Saludos y mis felicitaciones! compa
 
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