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REALIDAD Y RAZÓN

“Bien puede asegurarse, pues, que la ciencia es, no un beneficio, sino una calamidad, una de las tantas que sufren los mortales, y por eso es justo que a los que la cultivan se les llame en griego , es decir, .”
En estos días, andamos discutiendo sobre la filosofía de Descartes y su intento de hacer ciencia de la naturaleza. Intento que arrancó (al menos para la filosofía occidental) con los pitagóricos, que estuvo vigente en toda la modernidad, y que en cierta forma sigue manteniéndose hoy en día.
A veces me da la sensación, de que la obsesión por digitalizar la realidad, expresarlo todo en "ceros" y "unos" hubiera maravillado a Descartes. Pero dejemos eso para otra ocasión. Lo que hoy quisiera poner sobre la mesa es algo muy interesante para mi: ¿Por qué el ser humano ha sentido siempre (y sigue sintiendo) una atracción casi mágica (quizás se pudiera decir hasta religiosa) por el método? ¿Qué poder tienen como para que se hayan convertido en la piedra fundamental sobre la que se construye la ciencia?
En lo que a mí respecta, la ciencia no habla del mundo, ni tiene ningún compromiso con la realidad. La matemática estudia modelos, y trata de determinar la consistencia interna de los mismos. La verdad matemática sería la coherencia (lógica matemática). Sin embargo, si yo fuera matemático, no podría dejar de preguntarme: ¿Por qué los modelos teóricos que construimos son aplicables a lo real? De acuerdo a que serán los físicos (entre otros) los que tendrán que comprobar si el modelo encaja o no, me parece una pregunta legítima para cualquier matemático.
Y surge aquí otra concepción de realidad: la que entiende (como decía Galileo) que el mundo está escrito en lenguaje matemático. Desde este punto de vista, la verdad consistiría en la adecuación del modelo a la realidad. ¡Que fácil!, ¿No? Sin embargo, tampoco esto satisface a muchos, que se dan cuenta de las diferencias que existen siempre entre la realidad y cualquier modelo riguroso que será, en el mejor de los casos, donde solo exista una aproximación, como en el análisis cualitativo de ciertas bacterias que cuando creemos determinar su carácter de comportamiento muta (VIH). La realidad de las ciencias reside, para muchos, en su éxito. Las ciencias son verdaderas porque funcionan, porque al aplicarlas sobre el mundo podemos transformarlo y manipularlo a nuestra voluntad. ¿Coherencia interna? ¿Adecuación? ¿Éxito? ¿Dónde está la realidad de las ciencias?, por que no creo que realidad y verdad sean lo mismo, mas aun que Descartes pretendiera o imaginara eso. Y, menos actualmente con la precisión que se tiene en los experimentos.

Para Descartes existe una realidad. “Es cierto que, mientras me limitaba a considerar las costumbres de los hombres, apenas, hallaba cosa segura y firme, y advertía casi tanta diversidad como antes en las opiniones de los filósofos.” La cual lo condujo a la creación de su método, para tratar de justificar su realidad a través de la razón, sin imaginar que predominaría tanto tiempo y cada vez con más fuerza. Me imagino que se sentía en un gran sueño donde algunos crean la realidad, pero a su manera al estilo de Jostein Gaarder donde le da vida a sus imágenes de baraja una vez que agoto las posibilidades de su entorno:
“Antes de que palidezcan los colores, las 35 figuras se forjan en la imaginación del solitario marinero…cuando el maestro duerme, los enanos viven su propia vida. Un buen día, un rey y una jota escapan trepando de la cárcel de conciencia.”
A si Descartes asume su realidad y le da vida a su posibilidad de dudar de todo, antes de aceptar algo como verdadero tiene que someterlo a un número indefinido de pruebas y termina creando su método, basado en su razón de dudar, al igual que el marinero crea sus imágenes las cuales son reales, ambos en plena conciencia de lo que hacen, un flash de imaginación.
No sabremos si es correcto o incorrecto desembarazarnos del método, pero lo que si podemos hacer es ponerlo en la vertiente de realidad y razón. Las reglas del método indican deshacernos de las viejas opiniones y perjuicios, hay que eliminarlas y partir de ideas que están libres de error. La duda metódica prescribe que hay que rechazar toda idea que no aparezca como evidente y fuera de toda posibilidad de duda, lo único evidente es la mente que piensa (“yo pienso”). Por lo tanto el método es único y universal en la medida que se debe partir de lo más fácil y obvio (que son las ideas de la ciencia) para luego proseguir con cautela hacia lo más complejo (el mundo físico). Las cosas del mundo físico no entran en la categoría de lo que se puede dudar, por lo tanto, no puede ser el punto de partida de la ciencia. Luego entonces el objetivo de la ciencia es uno sólo alcanzar la sabiduría universal. La separación de las ciencias es disimulada, puesto que la verdad es una sola. Y no un conjunto de verdades que al unirlas nos dan una verdad universal y única, seria utópico pensar así. Por esto creo que las ciencias no son la realidad, y aun si le sumamos los errores que contienen como el análisis, aun que se base en la misma ciencia se esta equivocando.
Creemos aun como en tiempos de Andrés Vesalio que las sangrías curaban y nos hacían un bien; que la aspirina y penicilina, productos de la ciencia, nos mejoran.
A la hora de plantearse a Descartes resulta inevitable tomar en consideración los tópicos que con mayor o menor justificación se expresan, pero del mismo modo con un efecto envolvente y distanciador acostumbramos a caracterizar su figura y su obra; Descartes visto y considerado como el fundador de la filosofía moderna, del racionalismo, del idealismo moderno, y de la filosofía de la equidad; en términos hegelianos:
“René Descartes es un héroe del pensamiento, que aborda de nuevo la empresa desde el principio y reconstruye la filosofía desde los cimientos puestos ahora de nuevo al descubierto al cabo de mil años.”
Al afirmar esto, creo con temor a equivocarme que se estaría aceptando a las ciencias como propias de realidad y peor aún de verdad.
Descartes alude al nuevo pensamiento como algo cualitativamente distinto de la antigüedad, como algo no basado ya en la autoridad del libro impreso, de los peripatéticos e idealistas (caso de las tradiciones humanistas, platónica y aristotélica), sino en la razón y en la experiencia, en una nueva articulación de ambos:
“Así, pues, tan pronto como estuve en edad de salir de la sujeción en que me tenían mis protectores, abandoné del todo el estudio de las letras; y, resuelto a no buscar otra ciencia que la que pudiera hallar en mí mismo o en el gran libro del mundo, empleé el resto de mi juventud en viajar…”
Descartes no se limita a revelar y enunciar nuevas leyes (ley de inercia, ley de refracción de la luz, también de ser impulsor de otras tantas ciencias), abrir nuevas ciencias (la geometría analítica) y a ser un científico; Descartes, además intenta elaborar (y lo hace) una filosofía completa: una doctrina del método o una metodología (lo cual no quiere decir necesariamente que en su praxis real como científico Descartes haya seguido realmente el método señalado y no creo que lo haya llevado a la práctica del todo), una fundamentación metafísica que garantiza plenamente la necesidad, objetividad y certeza del nuevo saber científico-natural al tiempo que proporciona (con la distinción y ruptura de la res cogitans y la res extensa) estructuras conceptuales básicas para la nueva explicación de la naturaleza.
Descartes construye, por tanto, la primera filosofía moderna de y para la nueva ciencia. Por esto es difícil comprender históricamente la nueva filosofía sin la nueva ciencia y sin la batalla que por su construcción se tiene entablada desde el Renacimiento. Por otra parte la concepción cartesiana de la ciencia como un sistema unitario, articulado y completo del saber transpone el sueño de la tradición enciclopedista a la realidad de la nueva ciencia presentándose como alternativa al error aristotélico y naturalista y como perfectamente aceptable por el poder político-religioso, pues el cartesianismo contenía (con su demostración de la existencia de Dios – distinto del mundo – y de la separación y autonomía del alma) la base de una alabanza de la fe cristiana frente a la incredulidad de escépticos, libertinos, y científicos.
“Con la idea de Dios supera Descartes el subjetivismo solipsista, al que podría empujar el cojito. Si la idea de Dios dice Descartes, no puede ser formada por mí mismo, si no que exige fuera de mí una causa, se sigue de ello

Texto agregado el 24-09-2005, y leído por 212 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
24-09-2005 EXTRAORDINARIO! Muy buena la narrativa y mejor su contenido.¡Saludos! compa
 
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