“…Vosotros que sois sabios,
llenos de alta y profunda ciencia,
vosotros que concebís y sabéis como,
dónde y cuando todo se une
… Vosotros, grandes sabios, decidme lo que pasa,
descubridme qué sucedió conmigo,
descubridme dónde, cómo y cuándo,
por qué tal cosa me ha ocurrido.”
La poesía y su relación con la filosofía no es un tema nuevo ni mucho menos, al hablar de ello situamos nuestro decir cerca de autores como Homero y Hesíodo cerca de libros como La Biblia, el Corán, es decir, cerca de los cantos poéticos que hablaron del universo, de su orden y de la creación, que a la vez tornaron su decir en sabiduría, a su enunciación en hermenéutica, y a la tarea del pensar en el modo de la filosofía. El poeta, viene a ser el remolino de sentido de un logos propio y a la vez humano.
En este sentido quizás dos de los más grandes filósofos del Arte hayan sido Platón y Plotino. Ambos eran filósofos y poetas. Ambos expusieron las profundidades de la Filosofía según los cánones de la perfecta belleza. Ambos aleccionaron a sus discípulos para usar la belleza y el amor como un trampolín para el entendimiento de las más difíciles verdades. (¡Cómo resuena en nuestras almas la melodiosa enseñanza de Platón, de que aquello que nos sustenta en esta tierra de mentiras es la belleza que muestra, como en un espejo, la Naturaleza!). El gran poder de develar algo a través de la perdida, el mismo Platón lo menciona cuando dice: “…no sea que nos suceda lo que, según dicen, sucede a las mujeres tesalias que hacen descender a la luna, esto es, que la posesión de este poder en la ciudad sea el precio de lo más querido”.
La poesía pertenece a la forma, y toda forma tiene su origen en un movimiento que la traza: la forma no es más que movimiento registrado. Ahora bien, si nos preguntamos cuáles son los movimientos que describen formas poéticas, encontraremos que son los movimientos graciosos: la poesía, decía Leonardo de Vinci, es la gracia petrificada.
La poesía no es distracción, sino concentración; no sustituto de la vida, sino iluminación del ser; no claridad del entendimiento, sino verdad del sentimiento; en la poesía no importa la forma “bella”, sino la forma “significativa”. La primera pregunta, la pregunta por la posibilidad estética de una poesía, es y seguirá siendo siempre: ¿está plasmada o no?, ¿ha sido, en verdad, conjurado el hechizo? Pero cuando el lenguaje realmente ha dado el “sí”, y cuando ha ocurrido el milagro del conjuro sin trampa, entonces sí que la poetizada actitud ante el ser, en cuanto tal, cobra vigor decisivo. La poesía ilumina no poco de aquella oculta profundidad esencial de nuestra existencia (de ahí su verdad), y la ilumina directamente por la plasmación (de ahí su belleza). Quien capte la verdad poética de manera racional viendo en ella una atractiva figuración de conceptos intelectuales, convertirá la poesía en algo cambiable. Quien considere la belleza poética des de un punto de vista exterior hará de la poesía algo redundante. La verdadera poesía no es veráz en el sentido intelectual, ni es bella en el sentido de la artesanía, sino que por el hecho de “plasmar bellamente” es también una manera de apoderarse de la verdad. No por nada es un solo polo y no dos memoria – olvido, hija de la noche –día, el develamiento original.
Si toda verdadera filosofía es una idea del Cosmos, toda verdadera de poesía es a si mismo una intuición del Universo. La poesía comprende a la filosofía dentro de su órbita, de ahí que toda verdadera filosofía es poesía; y la más profunda poesía es filosofía. La razón de la sinrazón es poesía. Imágenes, palabras, metáforas, transfiguran la realidad inmediata, que es la realidad aparente. La realidad verdadera (razón) la entrega el poeta en la aparente sinrazón de su poesía. Pero cuidado de no identificar sinrazón con automatismo psíquico. Si el hombre posee la razón es para que gobierne, encauce y aproveche en lo aprovechable el impulso desrazonado de los primeros materiales intuido, si se cree que el mundo que los sentidos transmiten es verdadero, entonces, poesía es sinrazón de la razón, mentira de la verdad. Pero la belleza de esa sinrazón y de esa mentira, será entonces la verdadera verdad. Belleza, verdad, justicia, bien, libertad, amor, son los nombres distintos de Dios sobre la tierra. Poesía es, en definitiva, un modo de conocer a Mnemosin. Mirar la llanura de Alétheia, caminar por el claro-oscuro con memoria de poeta.
Pero en la actualidad no sabemos qué es la poesía. Los conceptos unívocos a los cuales llamábamos hace poco "el mundo", "la realidad", "la naturaleza", "la cultura", "la poesía" se han vuelto ingenuamente reductores des de que los investigadores han tomado conciencia de la pluralidad del mundo y de las culturas (olvidando la unidad), de la compleja crecida de niveles de realidad y de niveles de percepción escapando a la lógica aristotélica y a la dialéctica binaria. De este modo existe una infinidad de niveles de verdad y de complejidad de la poesía, una verticalidad de niveles de percepción de la poesía, una pluralidad de direcciones de búsqueda, una multiplicidad de formas de arte poética.
Una cantidad de corrientes de la poesía contemporánea son extranjeras a la elevada poesía iniciadora que fue aquella originada en el Oriente. Sin duda alguna, los adeptos del “Gran juego” lo habían percibido claramente descubriendo un camino poético, místico e incrédulo, a través de las culturas contradictorias del Oriente y Occidente, como a través de las ciencias orientadas exclusivamente hacia el polo del Sujeto y las ciencias orientadas hacia el polo del Objeto. Hacen falta poetas abiertos a la dimensión invisible de lo “sagrado de unión”, poetas de la enigma con diferentes grados de intensidad en el régimen del fuego. Buscadores de verdad para quienes la poesía iniciadora que tiende hacia el conocimiento unitivo se inclina a enlazar la ciencia del hombre con la del universo.
Poesía hechicera y poesía que despierta. Sólo el poeta despierto sabe que los vivos tienen la misma esencia que los muertos. Pero la poesía la más despierta hoy sólo está viva en la caverna de una época que es víctima de la desintegración de todos los valores, la degeneración de todas las religiones, la caída de los últimos mitos tales como el marxismo y la utópica de la ciencia. En un mundo que ha perdido todo punto de referencia, hay todavía aquí y allá heréticos portadores del fuego sagrado, alquimistas del silencio y adivinos. Los medios de comunicación tienen miedo del silencio. Insensibles a la poesía elevada, los hombres que viven en la superficie de la vida son incapaces de presentir el secreto del silencio vivo escondido en todo silencio de muerte.
Norte, Sur, Este, Oeste forman parte de la misma Rosa de los Vientos y están generados por el mismo signo enigmático. Toda verdadera búsqueda poética, cualquiera que sea su lengua o la naturaleza de su cultura, está orientada hacia el centro e intenta aproximarse al sentido de la verdad.
El destino de la humanidad no está decidido de antemano, se crea a cada instante. Arrojado en la nave-tierra en una fabulosa aventura cósmica, el fenómeno humano posee en su corazón la inagotable potencia de despertar a la luz trascendente de su propia fuente interior. Es la vocación de poetas, hacer alusión creando nuevos puntos de referencia y nuevos signos de orientación sobre el camino sin camino del infinito interior.
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