Cómo empezar a explicarte lo triste que va a ser para mi dejar atrás cada rincón de esta casa, que fue nuestro, que llenamos con nuestras cosas y cobijamos con tantos sueños por cumplir juntos.
Cómo pedirte perdón por ser yo la débil, por abandonar nuestra batalla, nuestros lazos. Cómo voy a seguir sin ti, sin tus abrazos en un despertar demasiado madrugador para regalarnos un poco más de amor...
No puedo engañarte, pues no te niego que me duele, y que nunca más volveré a encontrar todo esto que hoy voy a perder desde que cruce esa puerta por la que un día entré con los puños llenos de la ilusión de una niña. No puedo acallar mi miedo de perder aun más de lo que voy a dejar a un lado de este amanecer que para mí termina...
He preferido no dar la cara, como una cobarde, como una sombra sin dueño que se aleja por debajo de una puerta a medio cerrar, para que el dolor de verme marchar sea menor para ti, y que me recuerdes como el último día que sonreímos juntos, y te prometí que no me iría nunca de tu lado.
Adiós amor, quédate ahí, como yo te conocí, dándole vida al mundo, a todas esas personas que te van a amar, mientras que yo te evito el sufrimiento de verme morir...
Yo te recordaré como mi gotita de rocío, y como el último sol del día...
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