Quisiera poder volar y escapar, poder verme desde afuera para no sentir éste maldito dolor en carne viva. Me siento tan frágil, tan vulnerable. una punzada de dolor que no mata pero que es constante y por momentos tan densa que podría tocarse; quisiera poder huir y refugiarme en un pedazo de paraíso, perderme en la tranquilidad de un mar sereno y fundirme en lo sublime de un atardecer, cubrir mi cuerpo con arena y disfrutar las mil sensaciones que recorran mi piel.
Sentir la brisa chocar en mi rostro e imaginar que se lleva con ella los malos presagios, respirar el aire puro, húmedo, que entra lentamente, inundando todo mi ser y que al exhalar se lleve con él todas mis tristezas.
Flotar tranquila en las aguas y sentir que me voy perdiendo, que dejo lo que soy para fundirme con el mar y convertirme en el todo. Explotar mis penas con la marea embravecida y estrellarme una y otra vez contra los riscos hasta que la angustia se diluya y pueda volver a ser mar en calma.