El portazo me hizo despertar de mi letargo, torpemente y desorientado mire el reloj, para situarme en el tiempo / espacio y me di cuenta que me había dormido demasiado, hacia mas de dos horas que tendría que estar despierto y el desasosiego me hizo remover el cuerpo, de un salto llegué a la ducha, mientras conectaba el móvil para llamar a mi jefa, Maldita sea lo tiene apagado, llamé seguidamente a la oficina y nadie cogía el teléfono. Era como una pesadilla echa realidad, intenté olvidarme y tranquilizarme para no sufrir un accidente en la ducha con las prisas y acabar el día y la vida de una manera realmente estúpida, así que me armé de serenidad y me duché.
Odio salir de casa sin afeitar pero creo que hoy era un día especialmente predestinado a llevar una barbita graciosa de dos días, así que me vestí tan mal como yo solo puedo hacer para entrar en una oficina que hasta la señora de la limpieza parece que vaya a un cóctel de la jet-set, y salí disparado hacia el metro como alma que se lleva el diablo. Creo que jamás había bajado tan rápido las escaleras, debería plantearme lo de las olimpiadas de vez en cuando.
Llegué a la calle y me paré en el quiosco que hay al lado de la parada de metro y ese momento creo que fue el más absurdo de mi vida, no podía ser, EL DOMINICAL, DIOS!!!, Hoy era domingo