Detrás de la pared,
donde los silencios
respiran mi nombre
se siente un agitado palpitar,
como tambores siniestros
de la muerte.
Detrás de la pared
me esperan:
El final de mis recuerdos.
La carencia de esta luz tibia
que me alumbra y me cobija.
Un frío inhóspito.
Unas antiguas humedades.
Y un espacio reducido,
que aún así me han de sobrar.
Detrás,
no estará tu nombre
ni sonará, tampoco,
los de ustedes poetas,
no habrá saludos,
besos, flores.
Quizás,
solo unas hormigas apuradas
de paso por ahí.
La pared,
esa terrible lápida,
que severamente marca
un antes y un después,
un delante, un atrás...
...De un lado,
una inmensa galería
llena de miles atrás
y del otro lado
lo que fue mi cuerpo,
frío, yerto y enjuto,
dentro de una lata
forrada de ordinaria madera
esperando podrirse definitivamente.
(La muerte se habrá ido como la luz y el olvido)
Detrás de la pared,
donde los silencios
respiran mi nombre,
el destino tirará, por única vez, al vacío,
las madejas que sobraron
del hilo misterioso,
el de mi torbellinezca vida.
Ahí,
en mi nicho,
donde,
yo quizás,
pase a ser
un nuevo recuerdo.
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