Tus piernas se enredaban en las mías, tus brazos se mezclaban entre mi cadera y mis pechos, tu respiración agitada danzaba en mi oreja y sutilmente me estremecía. Nuestros cuerpos se mecían al compás de una música que no existía y nuestros ojos jugaban a contar una historia que quiere ser eterna. La palabras nacían de mi entre pierna en fugaces aullidos mientras que tu boca dibujaba una sonrisa placida y dulce, para después bajar hasta mis pezones, humedeciéndolos bruscamente, suavemente. El vaivén de los deseos se confunde con rabia atrapada, bajo nuestras caderas un juego infantil que provoca que mi piel se erice, que provoca que muerda tus hombros para no dejar escapar un grito…un grito de placer.
Los cuerpos agitados descansan después del último susurro. Después del último ir y venir de palabras corporales. Tu cuerpo se posa sobre el mío. –No me dejes, eso dicen mis ojos. El calor se deshace en las sabanas y tus pies dejan de dibujar caricias en mis tobillos, el viento sacude el ventanal. Mis ojos te buscan para decir. – No te vayas.
Te pierdes en mi cuello para no chocar con mi mirada… le hablas a mi hombro y dices que esto no es una despedida, es el comienzo… calla…. -interrumpo… Agito mis caderas y escapo de tus brazos, cubro mi rostro, me transformo en una niña que esconde sus penas dentro de las manos para luego soltar una sonrisa satírica, melancólica…
Dime una vez… solo una vez. ¿Por qué estas aquí? Para despedirte de mí cuerpo infantil… o para decirme que quieres quedarte bailando en mi pecho y que ya nada importa…
Respondes con tu voz de mujer madura… Antonia eres una niña, una niña que tiene miedo a estar sola, yo estoy aquí por el juego, el juego no te acuerdas… No Sofía…hace tiempo que deje de jugar, vístete, vuelve a tu vida y déjame acá….

El ventanal me despierta, el sol entra…me siento en la cama… escucho la voz de mi mamá llamándome… ¡ya estoy despierta!...
Me levanto, me ducho, me pongo mi uniforme, la blusa arrugada, y el jumper que no tapa mis rodillas, los zapatos empolvados… y la mochila descocida…
Entro a clases… no me gusta mucho matemáticas... pero hoy esta ella con su delantal blanco… mostrando congruencias… abro la puerta… buenos días señorita Sofía… Buenos días Antonia… trajo la tarea….