Tenía los ojos cerrados pero podía leer los carteles con mensajes que se cruzaban frente a su rostro.
—Soy tu pasado. ¿Por qué no me miras? ¿Duele? Aunque quieras borrarme, siempre estaré junto a ti, no podrás olvidarme.
—Soy tu presente inmanente, todo lo que puedo darte es, dolor, soledad, traiciones... ¡Espera! ¿dónde vas? Jajaja ¿Buscas al futuro? No lo intentes, no hay futuro para ti.
Sintió una mano en su hombro, abrió los ojos y allí estaba él, con una sonrisa sobradora le decía —Buen trabajo chica, ya has saldado tu deuda, puedes seguir tu camino.
—¿Para qué? Pasado, inmanencia, presente, futuro, todo es igual, nada va a cambiar. ¿Qué más da? Me quedo en el infierno.
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