Una bateria de fondo. Guitarra con cuerdas de metal.
Satisfecha con el vacío creado. Con la botella que se derrama en si misma, con su propio escenarito de cholguan.
Voy flotando entre una cosa y otra. Y de pronto soy un globo.
Explota de este ser la siguiente patada de reflexiones:
1- Con tanta claridad aparecen los nombres de mis demonios. Y así su demoneidad pierde lugar, para acentuarse en un torbellino pequeño y hogareño, como un niño que aprendió a caminar… ¿o es ese mi sueño?
2- Entonces renace del polvo el retorno existencial de siempre, aquella letanía que guarda un proyecto infinito de realización mas allá del ahora, quizás mas allá del pelaje, un encuentro con los diálogos imprescindibles. Ese anonimato gris que colecciona razones para saber entrar y salir de todo, sin que embadurne de realidad lo que con tanta pureza y desinterés está dentro viviendo, siempre inalcanzable para lo cotidiano, esa esencia inmortal que en su adolecer pretende siempre una tarea mayor para cruzarla invicta.
3-Y también pienso en los cascarones. En romperlos, en un acto de liberación perdido, que nadie verá ni recordará, solo quedará ese interior que en la alegoría a la naturaleza crece con vigor, un ser nuevo. ¿Qué será de este tiempo, sin actualidad ni poder?
4- La gravedad de todo ofrece la mejor muerte, consagrada, con peso sobre leyes eternas en nuestro globo habitable. Ese espejo brillante y simple, surge de mis células, de mis neuronas, de mis sistemas.
5- Gráfica es la metáfora en la que me envolví, en la que me veo como resultado, cobertura que tiene múltiples orígenes posibles. En todas las esquinas de mi pensamiento puedo poseer la forma que las dibuja, y obsesionarme con la coordenada que las ubica en el territorio.
6- Y me pregunto si seguir es solo un verbo y no un transformarse, entonces tiro por el suelo toda lógica de etapas y sucesiones.
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