hace tiempo vivía un pastor de ovejas que un día se enamoró con vehemencia de una bella mujer, la mujer mas hermosa que jamás habían visto sus ojos. pero ella era hija de un comerciante adinerado y él sabia que jamás permitirían que un pobre pastor se casara con una mujer como ella.
pasaron los días y él charlaba con ella y a escondidas la cortejaba y ambos se reían, jugaban y se atraían pero sabían que aquel amor era imposible, que nunca podrían estar juntos y aún así, se amaban.
pasaron los meses y un día quedaron a escondidas al caer la noche. juntos los dos, perdidos en lo mas profundo del bosque pasearon a la orilla de un rio y él le declaró su amor y ella reía tímidamente, se sonrojaba y enmudeció y al final le besó en la mejilla y se marchó rápidamente para que no los descubrieran.
pasaron semanas, meses y seguían quedando a escondidas y él le declaraba su amor y ella tímidamente le besaba en la mejilla y se marchaba para que no los descubrieran.
pero pasó el tiempo y pronto a ella la casarían con algún otro hombre y ello les destrozaba el corazón.
pasaron los años y ellos seguían encontrándose a escondidas mientras ella rechazaba a todos sus pretendientes y dejaba pasar el tiempo.
hasta que una noche él no apareció, ella le buscó por todo el bosque y hasta fue a buscarlo a su granja pero él no estaba, desapareció.
pasaron semanas y él no aparecía. ella cada noche volvía al bosque y le buscaba incesantemente hasta que caía la madrugada y retornaba a su casa cansada y entristecida.
hasta que una noche dejó de buscarlo y decidió no volver nunca mas a aquel fatídico bosque.
pasaron los meses y los años se sucedieron y se sucedieron y ella se hundió en la melancolía y su ánimo entristeció.
una noche pasados ya cincuenta años decidió volver a aquel bosque y acabar con los fantasmas de su vida. allí encontró un viejo pastor llorando a la orilla del río. ella le preguntó que quien era, que por qué lloraba, el le contestó que allí perdió a su único amor. que él se marchó para que ella pudiera ser feliz pero cada noche que pasaba lloraba a la orilla del rió lamentándose de su error. ambos se miraron y enmudecieron. ella le besó en la mejilla y se marchó.