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Señor Simploide://// Déjeme ser breve, trataré de ir directo al grano acerca de su crítica a mi texto. Disculpe, asimismo, la simpleza de esta carta en realidad es cuestión de azár de momento, la escribí a salto de mata, es breve, por favor le ruego no tomar ello como un sarcasmo a su modo de ver las cosas. //// Acerca de la simpleza: le diré la simpleza es, aún mucho más simple, para las mentes más simples. La simploide retina de aquéllos estúpidos que opinan que la cosa "les parece simple", pues para un simple, su simploide cerebro no da para más. Sólo piensa simplezas y no concibe de otra forma el mundo, que muchas veces, pues, es efectivamente, de naturaleza simple. Ese efecto ultramicroscopizador de las gentes más descerebradas, entre ellos usted, que se caracteriza por minimizarlo todo, como si fuera un derecho autoproclamado de imponerse y comentar con tanta frescura y con la semejante soberbia, con la que ud lo hace, siendo de fondo un intrascendente y pobre diablo. //// Entonces, un árbol, un pez de río, una gaviota de mar, un can, un pájaro plomo, son simples pero, ¿acaso detrás de ellos hay menor riqueza que en un pájaro copetudo de colores o en un musculoso gran danés? ¿Tienen menos mérito los sencillos acordes de Nirvana que los de los jazzeros actuales? o ¿tienen menos mérito los percusionistas pop urbanos de la calle que los sofisticados electrónicos?//// ¿Tiene menos arte la literatura de lo simple y cotidiana de García Márquez que la de los prolijos científicos psicoanalistas o los surrealistas de la vanguardia o los barrocos?//// La simpleza está en los ojos con que se mira. En tanto la subjetividad de los más inhabilitados mentales cobra vida y, lo grave, que, se dan a conocer a viva luz.//// Me recuerda la anécdota de aquéllos estúpidos elitistas snob que no asistieron al concierto del gran pianista Badura Skoda en el colegio Santa Ursula por el simple hecho de que se tenía en agenda al sencillo y popular Chopin. Al otro día Badura Skoda tocaría, en cambio, a los complicados y elegantes rusos. El concierto, tal como era de esperarse, se llenó de una inmensa plaga de minusválidos mentales con atuendos de primera categoría, que por lo demás, apenas si conocían los movimientos de las difíciles piezas de los compositores rusos. Sus detestables rostros de estupor e incertidumbre eran muy bien disimulados con su ignorante aplauso totalmente fuera de lugar. Pero estaban presentes, con tamaña reverencia, la misma con la que jamás estarían en un concierto de el vulgarísimo Chopin. Ellos se lo perdieron.//// Indudablemente el rebaño de inútiles huéspedes impensantes nació para ser arreado. Que pasten en silencio por favor. Y que me disculpen las reses.//// * dedicado a un ilustre y ejemplar individuo, cuyo nombre desconozco y que, en realidad, no interesa tanto conocer como si, subrayar su gesto declarado abierta y espontánemente confirmando, de este modo, su impostergable vocación innata de servidor y fiel representante de una tendencia que caracteriza a la masa de millones de millones. A usted, señor, las gracias por su involuntaria actitud acerca de la cual atreví inspirar.//// Mis más afectuosos saludos.//// Hernan H. Ortiz Cruz//// |
Texto agregado el 19-09-2005, y leído por 145 visitantes. (0 votos)
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