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Estoy sentado en la acera frente a tu casa, no sé por qué pero aquí me encuentro.
Quisiera poder saber las razones por las cuales hago todo esto, pero mis respuestas no me convencen, y más que eso me enredan.
Estoy en la puerta de tu casa sin saber por qué, pero aquí me encuentro.
Quisiera poder saber las razones de mi nuevo acto pero tampoco las sé, y de nuevo me golpean la cabeza.
Ahora hablo contigo, de qué, eso tal vez es lo que quisiera saber. Tu nuevo lenguaje es indescifrable, pero ¿quién quita que de pronto lo entienda?
No sé qué haces tan cerca de mí, pero me gusta, se siente bien, es como si mi alma quisiera abrazarte pero algo se lo impidiera.
Mis labios están mojados, pero no es por mí, sino porque tú acabas de hacerlo, igual eso también se siente muy agradable. Lo que no entiendo es, ¿por qué este sentimiento en el estómago?, ¿acaso me acabas de envenenar o estoy enfermo?
Mi ropa esta esparcida en todo tu cuarto, mis pantalones pegados en tu techo, mi camisa se mezcló con el color de tus paredes y yo… yo me estoy fundiendo contigo.
Tengo mucho calor y casi ni puedo respirar, pero siento que ya no es necesario.
Vamos por todo tu dormitorio dejando rastro de lo que ahora empiezo a entender. Y es todo ese sudor que marca nuestro territorio, ¿acaso estamos en la selva?, no, estamos en tu guarida, que ahora compartes conmigo como estoy seguro nunca lo habías hecho con nadie más.
Tengo ganas de llorar, pero de felicidad. Y no sé por qué.
De repente me siento como en tu interior, lugar tibio que a cualquier oso polar agradaría, creo hasta Rucho podría vivir aquí muy cómodamente. Pero no. Ahora estoy yo y me agrada tanto que no pienso compartirlo.
Escucho millones de voces que piden salir por la parte menos indicada, pero me lo imploran. Creo que ya ni lo puedo resistir yo mismo. También quiero salir y quedarme eternamente en esa apacible flor tibia y acogedora que por primera vez huelo y siento por todo mi cuerpo.
De pronto tus ojos están en blanco, pero dicen muchas cosas y los míos, que intento no perderlos, porque eso es lo que siento, que dan vuelta y se van, no puedo ni controlarlos.
Quisiera que fueras yo para que me explicaras qué es todo esto. Estoy un poco aterrado, temeroso de que todo salga de mi cuerpo y tú te asustes.
Pronto me siento como una hoja que cae en otoño, de aquí para allá sin nadie ni nada que impida su caída. Pero tú eres milagrosa, tus cabellos se enredan en mí para no dejarme ir a las profundidades de eso que no sé qué es.
Ahora me miras y ríes, esa sonrisa que sólo das cuando te sientes muy bien. No sé qué hice para merecérmela, pero igual ahí esta.
En cambio yo, no sé qué hacer ni decir. Pero creo que el silencio te basta.
Una voz que sale de lo más profundo de mi pensamiento dice que eso que pasó es amor, pero ¿qué es amor? Es una palabra nueva para mí.
Pero que algún día espero que me respondas.

Texto agregado el 19-09-2005, y leído por 183 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
15-10-2005 hola,me gusta esa forma de narrar, contemporanea, es como que nuestra edad nos hace narrar de esta forma.. = no se tu edad pero te me haces de la mia.. de donde eres? xaviera
20-09-2005 Me gustaron mucho las analogías (así entendí gran parte del texto) que hace, sin embargo muchos detalles se me hicieron demasiado gráficos para mi gusto. Paso a paso vas avanzando. cfelipe
19-09-2005 La idea del cuento (preguntas que se repiten, un nuevo lenguaje que se entiende y disfruta) da para mucho. Creo que el texto debería ser más sutil, tratando de aumentar la tensión en forma gradual. Se pueden evitar repeticiones y ajustar el final. CK CocinasKenia
 
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