Llevaba más de dos horas sentado frente al ordenador mirando la pintura que nos habían puesto como tarea analizar y no sabía que hacer.

Las tres mujeres parecían enfermas, ¿tuberculosis?, pero una enfermedad al pulmón, seguro. La sala no me decía nada, una pared desnuda, ¿un consultorio?, pero lo peor de todo, la mesa, el color y la forma; ningún carpintero haría una mesa tan deforme como la de la pintura.

Mientras continuaba mirando perplejo y sin saber que podía representar algo tan feo, de repente y sin saber por qué, relacioné la pintura con una novela de Matilde Asensi, en que unos malvados habían puesto en la tela de una pintura la clave para comunicarse. Busqué el libro en la estantería y afortunadamente ahí estaba.

Comencé a seguir el procedimiento indicado en la novela; tenía el presentimiento de que iba bien encaminado. Acaso no llevábamos más de una semana con problemas con nuestros textos en el sitio y nadie sabía el motivo ni nos daban las instrucciones para arreglarlos.

Abrí el programa Photo-Paint, uno de los mejores para manipulación de imágenes y empecé a ampliar la pintura cuando empezaron a aparecer en los segmentos de la mesa azul una serie de letras, que a simple vista no se veían pero que con una ampliación de mil seiscientos por cien, se distinguían nítidamente.

El texto escondido en la mesa son las instrucciones que Jik, le envía a los bolas rojas y a algunos cuenteros seleccionados mediante un procedimiento de “evaluación” para que no se les descompaginen los textos que suben al sitio. La forma de restaurar los sitios descompaginados y evitar que estos se desordenen es tecleando al comienzo y al final del texto CTRL+F4

Para comprobar la veracidad del descubrimiento ingresé a los textos de los bolas rojas y efectivamente todos están perfectamente compaginados.

Ahora probaré si el CTRL+F4 funciona con los míos.

JORVAL
180905