En dos semanas laborando en el ministerio me han pasado algunas cosas:

Fui una tarde a ver una obra de teatro, unas cuadras más al oriente...un monólogo bastante defendible que recorría distintas mujeres de la historia y la culpa, esa pegagosa amiga especialmente de nosotras las mujeres.

A propósito de esto, estas semanas he conocido mujeres que aman amante y marido y no se inmutan, al contrario se mutan, retuercen la existencia, le sacan el jugo con el alma en un hilo.

Me he encontrado subiendo la escalera con un hombre que insiste en mirarme para intimidarme desde sus 17 años menos y que cuando nos presentaron me tomó la mano demasiado rato y alargó la mirada y el saludo de tal manera que logró que fuera la más fome y más compuesta de las mujeres solo por disimular ante los demás.

También descubrí horrorizada que cambié mi voto porque esta vez me siento representada no por mis ideas sino por la "situación de mujer, separada, no religiosa y buenamoza con sobrepeso", porque tengo que reconocer un tanto asqueada que quiero presenciar que un ser con vagina además de cerebro, corazón e intestinos detente el cargo estupidamente más importante de mi paisito.

Quiero ver eso grita mi feminista interna y me importa un coño que ella no tenga mis ideas. Por primera vez me paso por el culo a todos los otros representantes de mis ideales que además de no tener posibilidades de ganar, siempre gozan de un miembro con derechos.

Voto por el vacío, "pura potencia, pura creación" diríen los budistas, la runa blanca que indica la divina presencia en todo esto: deliro, deliro, deliro cada vez más serio porque las paredes cremas del ministerio que no pintan desde la "primera administración" me susurran día a día los muertos que caminan por los rincones.

- Sabías que este fue cuartel de la CNI?, que aquí torturaron y quién sabe que más porque en el subterraneo habían unos crematorios.

- No tomes agua de la llave, no es bueno tomar el agua de las oficinas, son cañerías viejas, malas vibras, tu sabes...

Agua embotellada, sin gas, para evitar los eruptos y la celulitis en una botella plástica que se transforma inexorablemente en basura, basura, basura intragable por mi abuela esa que se desmorona que me espera abrazar cuando me muera.

No voy a decir que añoro el agua de vertiente en la que me bañado, de la que he bebido porque siempre esas declaraciones suenan cursis sobre todo en la ciudad más grande del país donde se manejan millones ... de vidas.

Vida gris la de los ministerios: los computadores y las cifras...

Lo peor es que tengo hartas ganas de llorar, pero no entiendo mucho por qué...