Lejos en el tiempo, lejos de la creación de las cosas, el cielo y la tierra se encontraban en una constante batalla.
Millones de cuchillos, lanzados por la tierra se vislumbran en el paisaje desolado de la guerra de los dueños del firmamento.
Refugio para los temerosos de los riesgos representaban las nubes, escondite para los soñadores incansables representaba la tierra.
Un solo mundo dividido entre los sueños y el temor de cumplirlos.
Una nube siempre resaltaba por encima de las demás, una con la textura de la nieve, pero con el calor de la manta celeste que la envolvía, ahí se escondía la mas hermosas de las aves, una que tomo todo el color de los sueños de un viajero errante y los hizo suyos.
El sonido de los cuchillos siempre era escuchado por el esclavo de las fantasías.
Siempre la misma imagen, la vista del joven siempre arriba, los ojos puestos todo el tiempo en el enigma de la nube rosa, en la belleza de los colores reflejados por el brillo de los cuchillos.
Un sueño imposible, una idea impensable, eso era lo que el esclavo veía en el cielo, pero el ave, al contrario miraba a un destino consumado, pero nunca realizado.
Nunca el cielo permitiría que un habitante de lo terrenal, llegara a tocar algo tan hermoso como el ave de mil colores.
Los dientes de león eran el único contacto entre ambos mundos, entre ambos amantes silenciados por el oscuro tiempo en el que vivían.
Las palabras escritas en el suelo, eran despedazadas por el celoso viento, poseedor del vuelo de aquella que refugiada en la belleza del cielo, no se disponía nunca a bajar.
Alguna vez se atrevió a hacerlo, voló esquivando cuchillos y escapando del miedo de su nube, el esclavo la vio y el sueño terminó ahí, cuando el ser enigmático y precioso rozó el rostro de aquel que siempre espero paciente a que el sueño se repitiera.
Noche tras noche el esclavo de las fantasías, yacía bajo la nube de su mas grande ilusión, añorando que el sueño se hiciese realidad, pero solo ocurrió una vez y nunca mas.
Hartó de esperar el esclavo ideo su escape, se iría a buscar a aquella que le robo las ilusiones, la de los ojo de noche, la del corazón vigoroso. Primero tendría que zafarse de las ilusiones y vivir en la realidad.
Por fin lo hizo la realidad no era mas que sus mas horrendos pensamientos, una lucha desalmada y un amor imposible, no quedaba mas fantasía para él, las cosas fueron tan claras en el mundo de desolado de la realidad.
Su visión no cambio, la nube siguió arriba de él y el ave siempre siguió siendo la mas poderosa razón para creer.
Otra lucha se estaba llevando a cabo, el esclavo ahora se encontraba luchando contra los pensamientos oscuros de la realidad, una que había callado el canto del ave, una que dejo los sueños desprovistos de toda esperanza de que algún día volviera a bajar el ave, solo para verlo.
Dentro, muy dentro de la mente del viajero encontró la forma de llegar hasta el lugar donde residía la creadora de su conflicto, una empresa sumamente arriesgada.
Dispuesto a arriesgarse rompió con toda las reglas de la tierra con el único fin de ver su sueño cumplido.
Un salto, un segundo y de pronto se vio levándose con un cuchillo clavado en su corazón, era la única forma de llegar.
Por fin llegó a la nube rosa, el ave lo aguardaba, lo vio pero no pudo impedir el destino que se había planteado el joven.
El cielo se vio tenido del color de la pasión, un color rojo deslumbrante, era el color de la sangre, quien por fin vio realizado su sueño.
Murió desangrado, y como todo habitante de la tierra, se convirtió en una roca, solo que esta era única, una roca de color rojo, una que sería llamada rubí.
El ave de mil colores tomo la roca y la colgó en su cuello, y en honor al sacrificio hecho por el joven, salio por primera vez de su nube y surco los cielos como el sueño de aquel que lo arriesgo todo para ver a aquella que le robo sus sueños.
Con cada aleteo una lágrima derramada por el ave (al menos eso se cuenta).
Pronto todo miles de gotas llegaban a la tierra y oxidaban los cuchillos lanzados por la envidiosa tierra.
Con cada gota un flor nacía de la tierra anteriormente árida, una infinidad de colores esparcidos por la tierra, era lo que se podía ver ahora.
Ya no envidia, ni desolación, solo colores, inspirados en las lágrimas del ave.
Así la tierra de la fantasía no lo fue mas, ahora era una tierra de realidad colorida como la que hubiera soñado el esclavo.
Una conexión se creo entre la tierra y el cielo, la lluvia era la que unía a estos dos rivales ancestrales, la que trajo consigo la paz.
La tierra necesitaba del agua para llenar sus campos de flores y el cielo necesitaba de la inspiración de los habitantes de la tierra para seguir ofreciendo la lluvia.
Ser ahí.
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