Primer relato regional colectivo
Argentina
Peinpot
Rosendo
Dehumanizer



De movida nomás supimos que no iba a funcionar.
Te digo más, a poco de empezar, era obvio que íbamos para atrás.
Pero como es, che, eso de no darse cuenta, de no querer darse cuenta de lo que tenemos acá delante de la napia. Como retrasamos lo inevitable, como perpetuamos las decisiones que sabemos, en algún rinconcito del marote, irremediables, de cagones nomás o por ahí de puro cabezas duras.
¿A vos te pasa lo mismo?
A vos ¿qué corno es lo que te pasa? Porque hablar hablo yo sólo, al final, hace rato que hablo solo, lo que es vos, ni mú.
Yo no aprendo más, no te digo, siempre le yerro y le vivo errando, parece que me gusta reventarme la cabeza contra la pared. Igual que cuando era pendejo, mirá, cuando me subía a cuanto árbol y medianera se me cruzaba y, por supuesto, me caía de todos lados, una y otra vez, y yo nada, che. Ocho veces me tuvieron que coser el balero para que me dejara de joder.
Si por lo menos esta llovizna molesta se decidiera a ser lluvia, bien gorda y violenta, en lugar de esta lúgubre cortina de lágrimas débiles que menos mojan que ahogan y hunden el alma.
Puta madre, lo único que me falta es ponerme a escribir un tango, dejame de joder, ni que tuviera sesenta años, en vez de haber nacido en los setenta, en un Diciembre igual de gris que hoy, sólo para cagarle el cumpleaños a mi vieja. ¿Ves? ¡¡Nombré a MI VIEJA!! A los argentinos por más que nos guste la cumbia o Black Sabbath, siempre vamos a tener un Tango en la cabeza. Pero al tango las mujeres lo bailan y los hombres lo sufrimos. No me mirés con esa cara de ironía, sabés muy bien que a tu nombre lo he dicho tantas veces llorando que ya no puedo decirlo sin lágrimas.
¿Me vas a decir qué mierda querés hacer con esto?
ESTO es de los dos y ambos sabemos que cualquier decisión que tomemos puede ser la errada, pero por lo menos vamos a terminar de cagarnos la vida de mutuo acuerdo.
Desde el comienzo vimos la pared, el suelo bajo el árbol, la medianera inalcanzable, pero agachamos la cabeza y corrimos, saltamos, subimos, caímos, chocamos, nos pegamos… nos lastimamos. Y esta vez no nos hicimos una cascarita en la rodilla o un chichón en la cabeza. No hay una aguja y un hilo como para volver a unir los bordes de esta herida. Antes con un chorrito de alcohol se iba la sangre y solo había que aguantar y soplar hasta que el ardor pasara; ahora el alcohol es más que un par de gotas, se hermana con la sangre, y por mas que aguanto y aguanto, cada vez que soplo me sale un suspiro, y el ardor se hace más grande que mi cuerpo.
Mirame a mí. No mirés la lluvia. ¿Nunca viste llover? Ah, estás llorando.
¿Es por tus y mis viejos?
Ellos, a pesar de tratarse montescapuletamente deberán aceptar tu presencia en mi vida, mi presencia en tu vida. No como un accidente, ni como una aventura, sino como un hecho para el cual tal vez no estaban preparados pero algo me dice que debieron estarlo.
Deberán demostrar que nos aceptan a pesar de todo.
Será extraño, difícil, conflictivo, pero deberán hacerlo.
Otra cosa: sé que sos imprevisible, imposible por momentos pero te amo.
Se que soy impredecible, imposible por momentos pero me amas.
Pero pará de llorar, ya sé que extrañas… yo también extraño.
ESTO de rajarnos para Europa no fue la mejor decisión, ya sé.
Esta macana es mutua…
Dejame pensar…
Ya paró de llover.
Mirá las palomas, son como las de Plaza de Mayo. Bulliciosas, portadoras de pestilencias, se cagan en todo el mundo.
Aspirá profundo. Hay olor a pescado, a podrido, a mar, a libertad como en el Riachuelo.
Mmm… lo mejor será que aprontes las valijas mientras te cebo unos mates europeos.
¿No te parece que llegó la hora de volver a casa?

FIN