Tal vez es el resonar de melodías valientes y serenas,
que al oírla es capaz de terminar mis pesares y penas,
sintiendo que el corazón me late a una máxima velocidad,
llegas y con la fuerza de tu presencia me das tranquilidad.

Al mirarte a los ojos trato de ser confiado y esperar,
pasan los minutos y no veo más obstáculos que deba superar,
caigo en el sueño que me llevara a estar en tu bello interior,
mas despierto sintiendo una desilusión que me hace inferior.

Acaricio inocentemente cada parte de tu cuerpo con ternura,
levanto los ojos y no dejo de notar tu gran hermosura,
cada momento a tu lado es digno de recordar con pasión,
aunque me hieren las despedidas que me das sin intención.

Tus manos me aprisionan con toda su fuerza y devoción,
más no hago intento de liberarme de tan dulce situación,
siento el calor de tu piel quemando todas las sensaciones,
sin haber arrepentimiento total del abuso de las pasiones.

Hemos caído en la idea de jamás ceder nuestras alternativas,
a toda persona que llegue a robar todas las caricias efusivas,
coloco mis locos sentimientos en tu gran y fina conciencia,
aunque al final estalle en delirios porque así es mi penitencia.




FERNANDO MARTINEZ MORAN
JUNIO 2004