El verano nunca fue la temporada más cómoda para trabajar en una oficina, pero en el verano Parisino de 20XX, pareciera que la combinación de temperatura y humedad (o “tempedad”, como AL la habia apodado) hubiera sido calibrada específicamente para hacer el nudo de la corbata y la doble capa camisa-traje lo mas sofocante posible.
El mero hecho de respirar ese aire caliente era suficiente para perturbar el sueño a las 4 de la mañana. Que decir entonces del resto del dia, cuando uno debia estar despierto, parado, con vestimentas, y sin la proteccion aparente de la oscuridad? AL penso que ese tipo de reflexiones no eran las mejores para empezar un dia laboral, pero por otro lado, que escape tenia a la omnipresencia del calor, que se introducia en el cuerpo por cada poro las 24 horas del dia?
Su unica tregua se la daba la ducha matutina –con agua fria, por supuesto- que sin embargo terminaba exactamente al momento de cerrar la llave de agua. Para cuando el agua externa habia sido barrida de su piel por la toalla, el agua interna del sudor ya habia comenzado a emanar de su cuerpo, dando a la camisa una sensación pesada y pegajosa.
Por increíble que pareciera, en el tren-sauna de Paris, atiborrado como siempre de gente que mira fijo a puntos flotantes, la “tempedad” era todavía mas insoportable al punto que al final del viaje de 25 minutos, AL se sentia ‘refrescado’ al emerger a la ardiente superficie de La Defense. Claro que esta sensación se disipaba luego de apenas unos segundos de caminata ensandwichada entre un sol que parecia tener una lupa y un pavimento tan hirviente que ni las palomas se animaban a apoyarse.
En su marcha hacia su oficina (la 21G42 del edificio 2) en ese dia de excepcionhabituales cuarentapico, AL leyo en las pantallas del ascensor que los sistemas de aire acondicionado habian colapsado bajo la combinación de demanda intensa y condiciones operativas extremas, y por lo tanto estarian fuera de servicio por tiempo indeterminado. Por algun motivo, la nocion de pasar 10 horas en una jaula de cristal en el piso 21 no le causo tanto horror como a sus compañeros de ascensor, que estallaron en comentarios en frances de alta velocidad. “C’est la folie!” alcanzo a oir justo antes de que las puertas se cerraran a su espalda y el ascensor partiera hacia pisos superiores, lo que le sugirió el extraño pensamiento de que el frances es un buen idioma para indignarse.
Unos minutos mas tarde, el dia laboral empezo con un mensaje enviado por su jefe desde su refugio vacacional. Un informe que le tomaria dias, y que a pesar de su caracter de 'urgente', su jefe probablemente dejaria dormir en su computadora hasta que se volviera obsoleto y le pidiera una actualizacion. AL cerro su puerta con llave, se saco la camisa, y trabajo durante las siguientes horas semi desnudo, hasta la pausa del mediodia.
Durante el almuerzo con el otro 'nuevo' del piso (que claro, tampoco habia acumulado suficientes dias de vacaciones para escapar durante el verano), AL volvio a escuchar historias del verano fatidico del 2003, donde unas 15000 personas murieron en Paris por el calor.
"Pavadas", penso AL, y termino su postre apurado para volver cuanto antes a su oficina. Todavia le quedaban varias horas de trabajo solitario, la temperatura habia subido todavia mas, y no le queria dar ninguna ventaja al sol -que en su oficina entraba por la tarde.

El 4 de Septiembre, cuando el jefe volvio de vacaciones, la temperatura todavia rondaba los treinta y varios. El fue quien llamo para destrabar la puerta de la oficina de AL y asi encontro su momia, vestida unicamente con calzoncillos, y sin una gota de liquidos en el cuerpo.