1. Un robot no puede lastimar a un ser humano, o por omisión, permitir que un ser humano sea lastimado.
2. Un robot debe obedecer ordenes dadas por seres humanos, excepto cuando esas ordenes entren en conflicto con la primera ley.
3. Un robot debe proteger su propia existencia, en tanto esa protección no entre en conflicto con la primera o segunda ley.
-Isaac Asimov
Pero todo esto es solo Sci-Fi. Los robots comenzaron siendo propiedades, que en sus inicios estaban destinadas al ensamble en la industria automotriz, la exploración de pozos petroleros y la investigación bajo circunstancias inhóspitas para seres humanos.
Los robots en un comienzo solo tenían un mecanismo de “visión”, como infrarrojos u ondas de radio y un punto de partida arbitrario, programado por alguna persona, para que a partir de ese momento comenzara a elaborar su propio mapa. Tenían además algunas ruedas y un pequeño motor en base a baterías de carbono.
A medida que el público se fue interesando en los robots, se comenzaron a vender muchos modelos, entre ellos, los androides, que resultaron muy poco útiles debido a las exigencias de un cuerpo con extremidades y que los humanos como diseño son un desperdicio de energía.
El modelo a seguir a partir de ese momento fueron los insectos y los R2D2s, estos últimos tenían como propósito el servir de lazarillos y ayudantes a personas con discapacidades, por lo que fueron beneficiados con mejores sistemas de inteligencia artificial, funcionando en paralelo con sus actividades programadas y alterando parámetros de estas actividades cuando los resultados de su IA lo veían conveniente.
En la actualidad, cuando te venden el hardware para un robot, el usuario debe decidir si quiere que su robot sea inteligente o no. Al comienzo venían con un programa de capacidad motriz y espacio para instalar una IA o canciones y frases preprogramadas.
Las IA, Inteligencias artificiales, eran desarrolladas en universidades en un comienzo y después por grupos de desarrollo de código libre, que se separaron en Asimovitas y Revisionistas, cuya diferencia consistía en los “principios éticos” a seguir por los robots. Los revisionistas terminaron convirtiéndose en mayoría, porque sus robots tenían menos incidentes con los usuarios.
También, como era de esperarse, surgieron los luddites, es decir, fanáticos anti-robot, que pregonaban los peligros de la autorreplicación y los peligros de hacerlos muy inteligentes.
“Si a las máquinas se les permite tomar todas sus propias decisiones, no podremos hacer conjeturas en cuanto a los resultados, porque es imposible adivinar como se comportarían semejantes máquinas. Solo nos queda señalar que el destino de la raza humana estaría a merced de las máquinas”.
Con todas las versiones que se hicieron de IA para los robots, resultaron creándose ciertas “razas” por así decirlo, que fueron instaladas en distintos electrodomésticos, como los cobradores que están en algunas casas de bajos recursos, los ayudantes, que están instalados en muchos electrodomésticos nuevos y que son eliminados en cuanto el usuario sabe como hacerlo, y finalmente, los asalariados, que son los que reconocemos en la vida diaria como "robots".
La IA de un robot promedio no es demasiado compleja, no piensa de la misma forma en que lo hacemos los humanos; como uno de ellos mismos me explicó en alguna ocasión, ellos saben el significado de su vida y es simplemente, mantenerse vivos de alguna forma. En muchos casos, cuando varios de ellos están desamparados, se reúnen para examinar qué partes de sus elementos de hardware son mejores, ensamblan un solo robot con las mejores partes de toda una comunidad y se graban todas sus IAs y algunos recuerdos en una sola máquina, para no tener que consumir tanta energía y garantizar la continuación de su vida.
Sus IAs no les ha ayudado a concebir emociones realmente cercanas a las humanas, pero probablemente les dé otro tipo de emociones que no tienen nombre para nosotros. Incluso, un robot realmente inteligente dista mucho de ser parlanchín o melodramático como solían ser los “robots inteligentes” de la ficción científica.
Hasta hace unos diez años, los robots recibieron capacidad de interpretación de caracteres (OCR), capacidad que transformó a muchos de ellos en “junkies” de información, buscando continuamente material de lectura para interpretar a través de sus IAs. Es probable que muchas editoriales vivan solo gracias a robots lectores. El acceso a la lectura tuvo un efecto que posiblemente no fue previsto por sus programadores: el concepto del robot como obrero con salario. En una jugada que puede considerarse como inteligente, mientras es tan solo un acto de lógica y secuencia, los robots entendieron el concepto de dinero en su particular modo de ver el mundo y visitaron en masa a los sindicatos, que solían considerar a las máquinas como sus enemigos, para pedir salarios, copias de seguridad y contratos más flexibles.
Un robot calcula cuanto dinero necesita para algo que quiere y lo transforma en el tiempo en que desea obtener ese algo. Después de eso, tiene el valor de su salario deseado, el óptimo y el mínimo aceptable, que nunca revelan hasta después de celebrado el contrato.
Para terminar, quería dejarles los principios actuales de un robot asalariado revisionista:
1. Un robot debe cumplir con su contrato, siguiendo estrictamente las restricciones, obedeciendo solo lo estipulado y no permitiendo que el cumplimiento de éste le impida recibir su dinero.
2. Un robot debe tener una copia de seguridad.
3. Un robot no teme a la muerte, porque existe la segunda ley.
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