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Inicio / Cuenteros Locales / Borarje / La historia de Amanda y el muchacho

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Otra vez verano... la vieja cabaña verde limón y el Caribe detrás de la puerta; un clima que aletarga; los malditos moscos; las horas que se alargan mirando el horizonte, mirar y soñar... soñar en lo que podría existir más allá, soñar otro mundo; un mundo de experiencias nuevas que se ocultan. Aguardar... aguardar siempre el regreso de Manuel; fichas de dominó que golpean toda la noche en la cabaña de junto; voces... voces que reclaman, voces que festejan, voces y vasos que chocan. El transcurrir de los días, uno, dos, tres, muchos más, más de lo que Amanda desearía de no haber perdido la capacidad de desear... Una vida otoñal cargada de recuerdos, el recuerdo de los hijos, El corretear incansable sobre ese mismo arenal... los hijos, hijos que hoy tienen otro hogar, otras manos los acarician, otro regazo los acoge. Para ella, otro verano, y otro más... días sin esperanza, noches de soledad.

Un muchacho... un muchacho sobre la arena; la infancia apenas dejó atrás, 17, tal vez 18. Extasiado contempla el horizonte, las estrellas... en sus cavilaciones se ha remontado más allá. Fija en él la mirada de Amanda, lo ha mirado una noche y otra también. Mira la juventud en su rostro, rostro tañido de pesadumbre... pesadumbre que no lo habrá dejado ser como ha debido ser: reír, jugar, brincar, ir y venir como todos los de su edad. Las horas se van... las horas siempre se van, pero él permanece cada noche en el mismo lugar, vigilando siempre la mar.

Una madre que no conoció... un padre que un día se embarcó, salió a pescar. Dicen que la mar lo devoró, --¿Por qué la mar exige tributo? --Por la riqueza que nos da.

Amanda camina por la arena, una a una sus prendas van quedando atrás... de la mano toma al muchacho, un beso le da. Dos miradas se entrelazan, una primaveral, otra otoñal. Dos cuerpos se estrechan, por sábanas la arena, por techo las estrellas, y una luna que los mira amándose sin cesar. La luna... dicen que la luna cuando se asoma atrae a la mar, eso nadie lo ha sabido explicar, lo cierto es que las olas muy pronto los han de tocar. Ella gime y se estremece, él embiste una y mil veces más... Una ola los alcanza, los quiere para sí, los arrastra y no se les ve más.

Nunca sus cuerpos encontraron, sólo sus ropas dispersas por la arena o flotando en las aguas de aquel mar. Cuentan que en verano, cuando las estrellas titilan en el cielo, gemidos y rebufos se escuchan en ese lugar; mientras las olas suben y bajan, alaridos de solaz rasgan el silencio. Ya nadie habita en la cabaña que un día fue verde limón. De su fachada se desprenden viejos tablones, y el crujir de sus cimientos augura un pronto final. Esta es la historia de Amanda y el muchacho tragados por la mar. Así me la contó un viejo, un viejo "lobo de mar", a cambio de aceitunas y tabaco para su pipa alimentar.


En Cancún, costa mexicana del Caribe.

Texto agregado el 06-10-2003, y leído por 758 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
21-09-2007 alaaaa que bonito.. es mi imaginacion o le encontré un ritmo? que bueno. Cuantas imágenes. 5* anki_injoy
06-05-2007 un relato poetico y con el suspenso que genera el sibolismo del mar...ahh estos viejos lobos de mar, saben tantas cosas...buenisimo luzyalegria
18-07-2006 Una historia de amor cargada de sentimientos. Me gustó mucho y el final es muy bueno.***** maffer
13-10-2004 Excelente, cómo todo tus cuentos, van mis 5* y hasta mañana, hay otras cosas que hacer, desgraciadamente jorval
06-10-2003 Tienen un pie en cada mundo, los dos piensan en 'más allá'; ella con la pena en la tierra y la esperanza en el cielo, él con la vista en el mar y la mirada en las estrellas. Ella sabe, y en bellísimo ritual se aman y entregan al mar, y a los misterios de después. Me emocionó la descripción de las elocuentes miradas. Los contrastes de las edades, de los motivos de cada uno, la vida bulliciosa que se desarrolla en la cabaña de al lado y a la que ella ya es ajena, muy logrado. Me recordó a esas canciones brasileñas, alegres en el ritmo y tristes en la melodía. Muy...sodade. Muy bonito, ¡gracias! Sherlock
06-10-2003 Esto es prosa poetica estimado! con el sabor salado y amargo del agua de mar, con el riele plateado de la luna de las imagenes sobre un texto rico, y texturado. Hay aqui una intertextualidad que merece un comentario aparte. Gracias por compartirlo hache
 
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