TV: Medio de comunicación nociva


La problemática actual que aqueja a los seres humanos de manera silenciosa es la falta de identidad, autoestima y conocimientos. Factores que son los encargados de mantener en armonía a todos los demás y cuando éstos faltan, arrastran a las personas a un mundo irreal gobernado por la televisión, un medio de comunicación masiva, el cual cumple un factor determinante en la “programación”, por decirlo de alguna manera, de la población.

Si tomamos en cuenta que aún y cuando existen cadenas televisivas que se dedican incrementar el acervo cultural de su audiencia, no se puede afirmar que la televisión sea una herramienta de ayuda para la sociedad en general. No, la televisión tiene otros propósitos.

Personajes de la televisión.

Hace ya varios años, aquí en ciudad Victoria tuvimos la visita de la “periodista” Paty Chapoy, quien impartió una conferencia sobre medios de comunicación masiva.

Después, en la rueda de prensa, un compañero le preguntó a quemarropa: ¿Usted cree que se pueda recibir educación a través del medio de comunicación masiva más importante, la televisión?

Ella no sólo no contestó la pregunta, si no que, en actitud altanera argumentó que la televisión fue creada para divertir a la gente, no para educarla, ya que por eso existen las escuelas en donde se va a adquirir conocimientos.

Pero lo que esta simpática señora no toma en cuenta, es que todos los días y a todas horas estamos en constante aprendizaje, ya que no somos robots que podamos apagarnos cuando salimos de la escuela; y eso lo aprovechan muy bien los creativos detrás de los anuncios publicitarios, los que lanzan al mercado las campañas de los políticos, los que desean a como de lugar, venderte tal o cual producto o servicio.

Factor repetición.

En 1932 un inglés llamado Aldous Huxley publica un libro titulado “El mundo feliz”, en él, describe una organización mundial bien estructurada que controla la vida de todos los habitantes sin que a ellos les importe.

Ahí, los individuos son “acondicionados”, es decir, se les instruye desde pequeños para el trabajo que realizarán cuando sean adultos. ¿Cómo? Por medio del factor repetición, entre otras cosas.

Mientras dormían los habitantes de ese mundo, escuchaban cintas que les sugerían qué lineamientos del comportamiento deberían tener y las verdades que necesitaban saber.

Por ejemplo, a todos ellos, no importando a que nivel pertenecieran en la escala social, escuchaban el estribillo de “…todo el mundo es feliz ahora”. Ciento cincuenta veces cada noche, durante doce años. Ocasionando con ello, implantar en las mentes de todos, la idea de que en verdad eran felices.

Y eso es lo que hace la televisión con nosotros. El problema radica en que, a nosotros no se nos obliga a exponernos a ella. Lo hacemos voluntariamente, lo que me deja pensando en el absurdo comportamiento de los seres humanos, ya que gastamos horas y horas frente a la televisión permitiendo que nos “acondicionen” de la forma que lo deseen.

¿Quiénes? Los honorables banqueros, los honestos industriales, los generosos monopolistas, los dueños de transnacionales, los políticos, las cadenas televisivas, y todas las corporaciones por el estilo.

Lo único que me queda por comentar, es que la televisión tiene un botón de apagado. Creo que sería buena idea que todos comenzáramos a usarlo.